Ciclismo con J

Publicado el Jhon Jaime Osorio

Vuelta 2017 – Día 8: Esa maldita pared…

Los muros se hicieron célebres en el ciclismo en las clásicas de un día. Son esas subidas o lomas cortas, de uno a cuatro kilómetros, con inclinaciones que en muchas curvas alcanzan el doble dígito y que son ideales para corredores explosivos y potentes. En carreras como la Milán-San Remo las lomas de la Cipressa y el Poggio son sitios sagrados. Igual ocurre con el Koppenberg en el Tour de Flandes o el Muro de Huy en la Flecha Valona. Son subidas rápidas que no definen pero sí seleccionan la carrera. Desde hace algunos años quienes diseñan la Vuelta a España han copiado esa idea de las clásicas y han incluido ese tipo de ascensos cortos como sello particular del recorrido. La octava etapa cerró hoy sus 199 kilómetros con uno de esos muros, una verdadera pared, el alto de Xorret de Catí.

La Costa Blanca en la provincia de Alicante, muy cerca del Mediterráneo, estuvo hoy tan caliente como la carrera. El termómetro no bajó de los 37 grados celsius y los ciclistas no bajaron de los 46 kilómetros por hora en las primeras tres horas de la jornada. Otra vez la fuga estuvo nutrida, con 21 hombres, que disputaron todas las emociones intermedias, y nuevamente fue en el muro del final de etapa donde se dio la lucha en el grupo principal.

Las experiencias previas en el Monte de Alcossebre con la llegada a la Ermita de Santa Lucía en la quinta etapa, y los pasos por el Alto del Garbí y el Alto del Castillo, antier y ayer respectivamente, ya habían mostrado que Contador y Froome eran los que mejor afrontaban ese tipo de subidas cortas. Hoy no solo se vieron fuertes, sino que en sociedad lograron abrir brecha frente a todos los rivales del británico en el Top 10 de la carrera.

La etapa la ganó el francés Julian Alaphilippe, pero la noticia en todos los muros de Facebook fue lo que hizo el líder de la clasificación general, que desde el tercer día cuando tomó el liderato ha mostrado afán por arañar segundos. Hoy, acompañado de Contador, logró 17 frente a Chaves, Nibali, Aru, Zakarín y su compañero Poels, y 25 sobre Roche, Yates, Woods, De La Cruz, Van Garderen, Meintjes y López.

Por sus características, los muros son subidas incómodas, y a veces, hasta imposibles. No se pueden hacer a un ritmo constante. Son ascensos para corredores explosivos y fuertes. Rompen piernas. Garantizan espectáculo pero castigan mucho a los ciclistas.  Para subirlos, hay que pedalear sobre el manubrio y remar con las manos. No son terreno ideal para escaladores de largo aliento como Chaves, Nibali, Aru o los otros colombianos. El año pasado el recorrido de la Vuelta tuvo muchos más. Esta vez, son menos, pero ahí están, y hay que superarlos; casi que saltarlos.

Mañana los ciclistas volverán a chocar contra una pared. La etapa termina en la Cumbre del Sol. Los cuatro kilómetros finales de los 174 del recorrido serán de para arriba, con un promedio de inclinación del 9,1%, pero con un sector al inicio de la cuesta con un desnivel del 21%. Froome quiere poner un muro de tiempo ha sus rivales, pero hasta ahora solo ha abierto una zanja. Los grandes puertos no han llegado aún. Chaves está a 28 segundos.

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