Ciclismo con J

Publicado el Jhon Jaime Osorio

La Vuelta-Día 21: El Whatsapp de Cristopher Froome

El potenciómetro es a Cristopher Froome lo que el celular es a la mayoría de nosotros.  El británico está, como le dicen las señoras a sus hijos, «todo el día pegado a ese bendito aparato». El campeón de la Vuelta a España no da un pedalazo, no marca una salida, no lanza un ataque, no se mueve en el lote sin antes consultar la pantalla que porta en su manubrio. Mira el dispositivo y se autocontrola. Siempre está conectado. Es el ciclista más representativo de la era tecnológica, el elegido en el Matrix del pedal.

Los resultados le avalan el uso que hace de este recurso. Con la mirada clavada en el potenciómetro se puso la camiseta roja de líder desde la tercera etapa, ganó la contrarreloj en Navarra, se quedó con una etapa de montaña en la llegada a la Cumbre del Sol y logró hoy su primer título en la Vuelta. Se subió al podio final como campeón de la combinada, campeón de la clasificación con puntos y campeón de la general. Logró un hito histórico: el doblete Tour-Vuelta que parecía imposible desde los tiempos de Hinault. Tiene los vatios medidos, calculados y calibrados para ganar. Tiene la carga suficiente de un pedalista excepcional.

Froome no puede rodar sin su potenciómetro. El aparato le dicta su plan de carrera. Es el whatsapp que le habla. Así quedó en evidencia en la etapa 12 rumbo a Antequera.  Tras sufrir una caída a 25 kilómetros de la meta, dejó su bici en el piso y pidió una de respuesto, no sin antes tomar el pequeño dispositivo de su manubrio para colocarlo en el nueva vehículo. Como el, hay quienes no pueden vivir sin el celular. No salen a ningún lugar sin él, se duermen con él al lado, lo primero que hacen al despertar es revisarlo, sienten ansiedad cuando no pueden contestarlo, lo revisan al hacer ejercicio, lo usan para salir del trancón, tiene en él todos los archivos. Seguramente los nomofóbicos entienden a Froome.

Es el gran corredor de los últimos tiempos, y corre en el mejor del mundo. Froome es un pedalista que no corre por sensaciones ni por instintos. No es romántico, como Alberto Contador. Es frío y calculador. Es producto de la era tecnológica. Como usted o yo con el celular. El potenciómetro trabaja con exactitud milimétrica registros de altitud, velocidad y pulsaciones, y mide los vatios que genera cada pedalazo del ciclista. Todo está en la pequeña pantalla que el británico no deja de mirar, como usted a su celular.

Es claro que Froome como ciclista es potenciómetrodependiente. Como si la vida estuviera allí, en el dispositivo. Eso no es bueno, ni es malo. No es un capricho, es tecnología. A él le funciona. Ha medido sus vatios para ganar cuatro veces el Tour y una vez la Vuelta. Es el ciclista de la década y hasta del siglo, y uno de los 20 mejores de toda la historia. Es el ciclista de la era tecnológica. Otros la usan igual y no consiguen lo mismo; como muchos con el teléfono celular.

Gracias por leer, compartir o comentar en estos días. Este fue el último post de la Vuelta. Volveremos. @jhonjaimeosorio

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