La Vuelta a España llegó hoy a un huerto de olivos. Ninguno de los favoritos se entregó, pero muchos tuvieron que orar para no perder tiempo en el primer premio de montaña de categoría especial. La Sierra de La Pandera está a 1.830 metros sobre el nivel del mar, pero aún a esta altura y con la carrera metida en el interior del país se respira el aire del Mediterráneo, ideal para el cultivo de estos árboles. Aunque era una subida muy esperada, las emociones, como las aceitunas en los cultivos que decoraban la carrera, tardaron mucho tiempo en aparecer. Solo a tres kilómetros de la meta se movió la carrera en el grupo principal.
Históricamente, el olivo ha sido un árbol sagrado y mágico para muchas culturas. En la antiguedad, su aceite se utilizaba para la unción de reyes y sumos sacerdotes. Hoy la carrera consagró solo a uno de los 10 hombres que se aventuraron en la fuga. El elegido fue el polaco Rafael Majka, del Bora, que levantó los brazos en la meta y se ungió con el aceite de la victoria.
De una en una, como se cogen las aceitunas, aparecieron las intentonas en el grupo. Inicialmente fueron Bardet y Carapaz. Posteriormente, Esteban Chavez. Luego vinieron Contador y Nibali. Más adelante, Miguel Ángel López. Y al final se lanzaron Kelderman y Zakarin. Todos se movieron, pero el único que se pudo sacarle aceite a los huertos de Jaen fue el Superman colombiano, segundo en la etapa, detrás de Rafael Majka. Detrás de Superman, entraron de a uno… como las aceitunas.
Chaves pagó caro su atrevimiento y bajó del podio al quinto lugar. Kelderman, sin verse mucho, ya es tercero en la general. Contador baila en el octavo lugar. Froome, a punta de potenciómetro, se mantiene en la copa más alta. Nibali arañó 4 segundos de bonificación y está a 55 esperando cambiar el de oliva por aceite de tiburón. La carrera, como los árboles que decoraban la vía a La Pandera, empieza a florecer en los primeros días de septiembre.
El olivo también ha sido el símbolo de la paz; pero la Vuelta está en plena combustión. Ninguno de los 10 primeros de la general duerme tranquilo. La etapa 15 está marcada desde inicio como la de la gran guerra. Mañana son 28 kilómetros de ascenso al final, con un premio de primera y uno de categoría especial encadenados. Algunos están amargos como las aceitunas recién cogidas. Otras aún están verdes. Mañana solo se verán en Sierra Nevada los que maduraron.