Deporte en letras

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Lo mejor del fútbol colombiano es la música

Suelto una risa. El comentario me hace gracia. No esperaba que, sabiendo que soy colombiano, le hiciera el feo sin disimulo a la sugerencia que le acababa de hacer para que se viera un juego del FPC algún día de estos. Encajo su respuesta como se encaja un golpe suave pero sorpresivo. Esos que no duelen pero incomodan.

El fútbol colombiano es malísimo, tío. Prefiero ver un partido de la 2B regional (española) que alguno de tu país.

A ‘Chema’ –se debe llamar José María aunque no estoy seguro- lo conozco del club de fútbol que está cerca de mi casa, al que acudimos los lunes, miércoles y viernes durante hora y media desde hace varios meses para ver los entrenamientos de las categorías inferiores siempre que las restricciones de la pandemia lo permiten.

— Hombre, alguno partido bueno sale de vez en cuando –le digo, restando importancia a su respuesta-.

— ¡Por eeeeeeeso! –replica acentuando y alargando la primera vocal como si habláramos de un tema importante -. El problema es que uno no pone un partido para ver si hay suerte y resulta bueno. Uno lo pone porque hay garantía de que los chavales que salen al campo son buenos, están bien entrenados y saben chutar la pelota.

— Jugadores buenos tenemos –le digo con rapidez y cambiando el tono risueño por uno más serio-. No te equivoques que allí el talento no es problema.

— Jó, que no es problema, dices. Sale uno bueno y ya creéis que tenéis talento. Una cosa es que cada 5 años te salga un James o un Falcao y otra diferente que cada temporada los equipos saquen de las canteras un Ansu Fati, un Pedri, un Carvajal o éste otro, el de la Real… el Oyarzabal, que hasta a la selección lo han llamado.

— Con cada frase que suelta voy comprobando que el fútbol es, en efecto, un tema serio para ‘Chema’ –cabello negro rizado, ojos verdes, unos 180 centímetros de altura y una voz ronca que no está hecha para gritar-.

— No jodás. Hablas como si esos jugadores fueran balón de oro. Aún les queda mucho camino.

— Ya, pero como esos hay varios en casi todos los equipos españoles. Ver un Getafe-Eibar me sale más rentable que algún juego de esos que dices de tu país.

— Ah, pues mira, en el Getafe ahora está un colombiano, el ‘Cucho’ Hernández, y ese es bueno. En el Eibar no recuerdo si hay alguno. Creo que no.

— No sé yo si ese Hernández valga. Me suena que ya estuvo en otro equipo por acá, ¿no?

Busco en el teléfono a ver si en el Eibar juega algún colombiano y tras una mirada rápida, me llama la atención el nombre de un viejo conocido. Entonces contraataco.

En el Eibar juega Pedro León. Supongo que también te gusta ese canterano –la risa me sale sola-.

— ¡Ostras el Pedro León! – carcajada debajo de la mascarilla-. Todavía no se sabe cómo pudo fichar por el (Real) Madrid. Y encima le tocó con Mourinho.

«Si se estrella el avión del Real Madrid y tú estás en casa, tampoco jugarás el próximo partido», le dijo una vez José Mourinho a Pedro León.

— Ah, bueno. Y Pedro León es más español que el jamón. ¿O ahora vas a decir que es colombiano?

— No seas mamón, que el nivel de una liga se mide por los jugadores buenos no por los malos. De los malos hay en todo lado.

Sigo con la búsqueda en el celular. Confirmo que el ‘Cucho’ Hernández jugó la temporada pasada en el Mallorca y descendió. Ese dato me lo guardo. No estoy por la labor de darle más motivos a ‘Chema’ para que ande diciendo por ahí que el fútbol colombiano y sus futbolistas son malos. Eso ya lo sé yo de primera mano, pero una cosa es saberlo, aceptarlo y vivir con ello, y otra muy diferente que venga uno de otro país a decírmelo en la cara.

Es lo mismo que pasa con los hermanos pequeños, que son insoportables y tienen bien merecido (o no) uno que otro golpe, pero ojo que venga algún hijo de vecino a mirarlo feo siquiera. Se arma un problema porque al hermano pequeño solo le pega el mayor y nadie más. Algo parecido ocurre con el país de uno. En este caso, crítico como soy del fútbol colombiano y su paupérrima industria, me tocaba defenderlo como si de la mismísima Premier League se tratara.

— Cuidado que en España cada vez hay más jugadores comunes y corrientes. Se fue Cristiano, Neymar y ahora seguro se va Messi y esto queda como si fuera el campeonato alemán.

Parece que le di en el blanco porque se toma su tiempo para contestar y cuando lo hace se nota la duda.

— Ya… Igual Cristiano y Messi van de salida. Pero con todo y eso seguirá siendo mejor un partido malo de acá que uno bueno de tu país. Que no tengo nada contra Colombia, pero no, tío, es que allí fingís mucho, no jugáis para ganar y se ve todo muy lento, muy amateur.

— Hombre, en parte tienes razón –le concedo antes de atacar-, pero por lo menos el fútbol colombiano está lleno de colombianos. Acá la fiesta la hacen los suramericanos, africanos y europeos de otro lado.

Mientras lo voy diciendo ni yo mismo estoy seguro de ese argumento porque lo que discutimos es el nivel del torneo no la nacionalidad de los jugadores. Supongo que en eso también consisten las charlas de fútbol entre rivales; si no puedes ganar entonces toca empatar así sea metiendo una frase de otro partido. No doy tregua para que lo piense y agrego algo más para confundir y reinar:

— Desde que James se fue, en el Madrid no hay quien haga una pausa ni nadie que le pegue mejor al balón que él –miento porque pienso justo lo contrario, pero ya que estamos en esto de defender la causa, pues…-. Y en el Atlético también pasa igual: desde la época de Falcao no tienen un goleador de esa clase.

— Que no, que no, que no llevas razón, tío.

Nos quedamos en silencio, mirando con atención el ejercicio de un grupito de seis jugadores que trabajan en un recuadro del campo mientras me doy por vencedor de la charla. Al pitazo del entrenador –o míster que llaman acá aunque estemos en España y no en Inglaterra- tres defienden y tres atacan en espacio reducido hasta marcar gol en una canchita pequeña sin portero. Los primeros en llegar a tres goles ganan, se van a estirar y terminan; los que pierden tienen que hacer una parrilla de ejercicios extra y recoger el material del entrenamiento.

— ¿Viste el mundialito de clubes? – me pregunta de pronto-.

— Casi no estuve pendiente –contesto y agrego una pregunta retórica para demostrar que estoy informado-. Ganó el Bayern, ¿no?

— Sí. La verdad es que yo tampoco lo seguí. Supe que por Suramérica clasificó el Palmeiras, el de Brasil.

— Ya…

Argentinos y brasileros, pero de Colombia poco lo juegan, ¿no?

Ya sé por dónde van los tiros. Veo venir su jugada. Y lo peor es que no se me ocurre una respuesta para salir del rincón al que me lleva con cada pregunta. No se puede decir que el torneo de un país es bueno cuando son otros los que se disputan los torneos internacionales.

— Bueno, Once Caldas jugó la Intercontinental hace unos años –digo unos por no decir 16, que ya son muchos- antes de que cambiaran al formato de ahora.

¿Y ese Caldas es el mejor equipo de allá?

— Es un buen equipo. También está Nacional, Millonarios, América o Santa Fe. No sé si has escuchado alguno…

— Al Nacional, sí. Me suena. Es uno de verde, ¿no?

— Sí. Lo dirigió Juanma Lillo hace un tiempo.

— Ostras, es verdad. Bien no le fue, según recuerdo.

— Y también dirigió a Millonarios –agrego-. Tampoco le fue muy bien al final.

— Los Millonarios. Ese también me suena de algo, creo…

Aprieta el frío y me froto las manos. Aprovecho para dejar la conversación. Hace años escuché aquella frase que dice que una retirada a tiempo también es una victoria. Me despido antes de tener que explicar que el Millonarios que le suena es el mismo que visitó el Real Madrid en el Bernabéu y se fue con un 8-0 como recuerdo.

La próxima vez que hable con un español sobre el fútbol colombiano, le recomendaré que escuche una canción de Juanes o Shakira.

Nos leemos en @ivagut

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