Yo veo

Publicado el Diego Leandro Marín Ossa

Si el río hablara, de El Teatro La Candelaria

Una de las obras más esperadas en el Festival Alternativo de Teatro es la del grupo de teatro La Candelaria. En esta ocasión hacen un homenaje a las víctimas de la violencia en Colombia con la obra Si el río hablara, una puesta en escena en la que la poética del grupo una vez más llega al alma del público. Dirigida por Cesar Badillo, es una creación colectiva fruto del taller de investigación y de la experimentación estética que han consolidado a través de los años.

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En esta obra que entra a ampliar la producción de la dramaturgia nacional, dos personajes ingresan a escena en la maraña que viaja con el rumor del río, la fábula lleva al público a descubrir poco a poco las circunstancias de los personajes que se van construyendo ante la mirada perpleja de los espectadores.

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Gracias a la riqueza multiexpresiva y a la poesía visual en la que se hibridan lenguajes y medios como el videográfico, las situaciones, acciones, personajes y el texto dramático, permiten que los asistentes a la sala identifiquen esos asuntos que hacen parte de esa memoria sensitiva elaborada a partir de la historia de Colombia.

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Las alusiones a un pasado reciente en la guerra interna, aproximan al espectador a la difícil situación que enfrenta todo aquel que ha perdido un ser amado en tales circunstancias. Pero estos muertos no están solos, en un ejercicio de la memoria una mujer recibe a esas almas vagabundas que llegan con o sin nombre a la rivera de los ríos.

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En una clara alusión a la desaparición forzada, a las masacres y otra serie de prácticas de la violencia, vemos a estos seres detenidos en un limbo, en un umbral del que solo una persona que ore por su suerte, que los elija, logrará hacer de ellos parte de la memoria viva de nuestra sociedad.

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En esta obra vagan por el escenario el asesino y una de sus víctimas, dos almas a quienes la crueldad arrebató su vida, los dos se encuentran camino a la tumba, y en una serie de extrapolaciones los dos traen a la memoria el origen y sentido de su trasegar por esa delgada línea entre la vida y la muerte.

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Al final los personajes encuentran su lugar en el mausoleo, así como el público queda material y simbólicamente encerrado tras las tumbas. Hay que decirlo, esta obra es una poética que duele en el recuerdo, en la indiferencia nuestra, en nuestra indolencia.

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La luz se desvanece y el auditorio revienta en aplausos, una vez más La Candelaria consigue reunir a un público que ha formado a lo largo de décadas de trabajo artístico, y entre el público Santiago García recibe un homenaje de partes de sus actores y actrices, y el cariño de un público que se acerca a él antes y después de cada función.

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