
Hernán Rodríguez Garcés (Tumaco, 7 de enero de 1907- Miami, 9 de noviembre de 1942), conocido como “Nano Rodrigo”, hijo de Luis Rodríguez y Alba Garcés, comerciantes, quienes aprovechando el mercado de la tagua, iniciaron un próspero negocio. Revisando las biografías que se han publicado sobre el ilustre músico tumaqueño, se encuentra con que algunos dicen que era cubano y otros que ecuatoriano, esto último en razón a que fue Esmeraldas el puerto de salida que registró a su llegada a Estados Unidos, otros afirman que sus padres eran pastusos o paisas, sin embargo, rastreando la poca documentación que existe sobre su vida personal, hemos encontrado que es tumaqueño y que sus padres también lo eran. Fue director de orquesta, percusionista, arreglista, cantante, bailarín, actor, empresario y compositor, haciendo su carrera profesional en Estados Unidos.
El 17 de agosto de 1928 se embarcó en el barco “Ancón”, que partía desde Panamá a Nueva York, desembarcando en el muelle de Ellis Island, junto a Francisco, Arturo, Elba y Job Márquez, todos tumaqueños; aparece en el registro que portaba un permiso provisional de inmigración ecuatoriano, expedido en Esmeraldas, manifestó tener 21 años, ser estudiante, no hablar inglés y que sus padres vivían en Tumaco. Tuvo la fortuna de codearse con celebridades como Noro Morales, Javier Cugat y Enric Madriguera, de tal manera que sus primeras grabaciones aparecen registradas en 1929, hasta llegar a trabajar en Nueva York en el famoso y célebre club Havana-Madrid, donde fundó una orquesta que llevó ese nombre, logrando grabar más de 200 temas con los principales sellos disqueros del mundo, como son Columbia, RCA Victor y Brunswick.
Se sabe que fue, antes de su partida a EE. UU, un músico reconocido en el Pacífico colombiano y ecuatoriano, principalmente por las interpretaciones que hacía del currulao, mezclándolos con sonidos como el Jazz, de ahí está impronta que jamás pudo abandonar. Interpretó rancheras, huapangos, bahianas brasileñas, sones y rumbas cubanas, pasillos ecuatorianos, boleros, cumbias, bambucos, tangos y milongas, siendo admirado en ciudades como Boston, Chicago, Filadelfia y Miami, donde llegaba con su orquesta. Alejandro Pro Meneses en el libro Discografía del pasillo ecuatoriano (1997) afirma que en su repertorio abundaban los pasillos con la calidad y pureza con que lo entonaban Olimpo Cárdenas o Julio Jaramillo.

El argentino Terig Tucci, empresario, musico y arreglista, fue quien más valoró las cualidades de barítono de Nano Rodrigo, a quien han llamado justamente “El Zorzal del Pacífico”, a tal punto que la RCA Victor, donde trabajaba Tucci, grabó los principales temas del tumaqueño, contratándolo como artista exclusivo. Algunos de los temas son: Yo canto para ti, Ni de día ni de noche, Un puñao, Penetración, Mi rumba, Dulce amargura, Poema, Mujer argentina, Tumaqueñita, entre muchos otros más que aparecen en acetatos, por los cuales los coleccionistas del mundo pagan fuertes sumas de dinero. La fama de ser buen mozo, su capacidad para los negocios, además de lo magistral de sus interpretaciones y dirección de orquesta, hicieron de Nano Rodrigo todo un prodigio en la meca del capital y el espectáculo. Se sabe que fue uno de los primeros sex simbol latinos, a tal punto que aparece en algunas películas filmadas en Nueva York, tales como Aparición, Gangarria, Conga Loca y Mi Rhumba, acompañado de su orquesta.
En 1938 compone y graba el célebre tema Linda Mujer, la cual fue ampliamente difundida en Estados Unidos y en Latinoamérica en general, lo cual le granjeó una fama monumental, fue interpretada por la Sonora Matancera y cantada por Bienvenido Granda, pese a ello, algunos le atribuyen la obra al puertorriqueño Rafael Duchesne, quien la grabó en años posteriores, inclusive hay varias versiones de la Billo`s Caracas Boys, orquesta venezolana fundada por el dominicano Billo Frómeta en 1940. Hoy, con datos fidedignos se encuentra que el verdadero compositor fue el nariñense, Adolfo Mejía escribe al respecto: “Y ya en la fiebre de la música tropical Linda Mujer, una guaracha con sabor tumaqueño que sonó en América y Europa y que Nano estrenó en el Madison Square Garden de New York. Después, nuevas voces grabarán sus temas sin poder imitarlos ni lejanamente”, en ese espació alternó con Bill Holiday, cantante de jazz considerada una de las mejores intérpretes de todos los tiempos, y Artie Shaw, clarinetista y director de orquesta de Jazz, ganador de un Oscar, verdaderas estrellas de la música estadounidense.

En 1942, los Estados Unidos se preparan para la Segunda Guerra Mundial, de tal manera que muchos cantantes se enlistan como voluntarios, entre estos los conocidos Daniel Santos, Machito y Glenn Miller, de tal forma que Nano Rodrigo se enlistó como voluntario en Miami, donde aspiraba llegar a ser Piloto de la Fuerza Aérea, además en 1938 había obtenido ya la ciudadanía estadounidense. El 9 de noviembre, estando en ejercicios de paracaidismo, un infarto fulminante le cegó la vida a la edad de 35 años. Gracias a los textos de Jairo Grijalba y a Hernán Restrepo Duque, hemos logrado hacer esta semblanza del primer músico colombiano que llegó a ser todo un ídolo en los Estados Unidos, mucho antes que los artistas que han descollado en los últimos lustros.
En Colombia, se supo de sus éxitos por las notas que aparecían en el vespertino capitalino Mundo al Día, lastimosamente su obra y su trabajo han pasado desapercibidos por muchos años en su país, gracias a los escritores antes mencionados, entre otros, Nano está siendo reconocido y valorado en la dimensión que debe realmente hacerse, no en vano Pro Meneses afirma que ojalá en Colombia enmiende el olvido con uno de los mejores músicos que ha tenido. En Nariño poco o nada se sabía de Nano Rodrigo, sin embargo trabajos serios y enjundiosos como el de Fausto Martínez Figueroa, con su libro Historia de la música en Nariño (2011), permiten entrever la importancia de tantas voces dentro del contexto de la música mundial, haciendo un recorrido que va desde la música precolombina hasta las nuevas tendencias, es decir un trabajo que abarca más de 500 años de historia, para finalizar brindando datos importantes sobre personalidades de la música en Nariño, empezando por Nano Rodrigo, de quien afirma que en Estados Unidos era conocido como el rey de la rumba, reseñando además sus principales composiciones y obras, acompañando la biografía con fotos de recortes de prensa estadounidense que hablan de la importancia del músico tumaqueño.
Buscando contribuir con el reconocimiento de esta genialidad tumaqueña, hemos encontrado quizá el único artículo publicado en vida de Nano en Nariño, aparece en la revista Pasto, publicación oficial del Órgano de Propaganda del cuarto centenario de la ciudad, No. 1, en enero de 1940, y en donde se pide que para la celebración se llevara a la ciudad sureña al ya célebre músico tumaqueño. Compartimos el artículo en su totalidad, después de 81 años de haberse escrito, por lo cual constituye toda una curiosidad:

Un artista nariñense
“Nariño también tiene, en la ciudad de los rascacielos, su artista racial, autóctono. La rumba, el tango, los bailes exóticos, voluptuosos, que en sus contorsiones epilépticas, estremecen la carne, han encontrado un cantor, un artista que ha sabido, a las extravagancias de su ritmo, buscar la consonancia de la belleza: la música.
Hernán Rodríguez se llama este divo, que un día lió maletas en busca de mejores horizontes, de más amplio espacio en donde extender sus alas de aguilucho, buscando para sí cumplir la maldición bíblica y para su tierra un poco de gloria esquiva, que casi no se conquista nunca, porque como algo efímero, besa la frente de los ungidos en una caricia alada para desaparecer. Y no se encuentra más!
Nacido en la Perla del Pacífico, tierra donde el mar escribe, minuto a minuto, poemas de inmensidades, acariciado por el ósculo amoroso del sol, que dora sus lomos de indómito gigante, o por la luna, pálida y silente, que riela sobre su superficie, silenciosamente, con estremecimientos de nostalgia, Hernán Rodríguez -Nano Rodrigo en su vida de artista- ha arrancado a su garganta milagrosa gorjeos, cadencias fugitivas a las que se quisiera aprisionar en la nota misteriosa de un pentagrama. Otras veces su acento ha sido profundo pero armonioso y rítmico, llevando al auditor -como por sobre caminos invisibles- hacia jardines maravillosos, extraños, para allí gustar el néctar de las vides jugosas, de la ambrosía con que calmaran los dioses sus ansias infinitas!
En Pasto se ha escuchado ya la voz de Nano Rodrigo en los discos “Víctor». Y hemos visto a muchos espíritus sensitivos, a los que cautiva la melodía de un vals, sentir la voluptuosidad de una rumba, con sus contorsiones extravagantes, cuando la canta Rodrigo.
Y no sólo es el cantor de voz maravillosa, sino el Director de Orquesta que imprime a su batuta la sensibilidad de los ritmos, sino el compositor que sabe aprisionar, en una pieza musical, toda el alma de la raza, de esa raza que llora en obscuros socavones porque así es su suerte, o que se debate en la angustia de la hora o que sabe también, como los gigantes de una selva milenaria, soportar enhiesta al huracán bravío …… El alma de una raza que llora y que se queja, de una raza que ríe.
Nosotros, que hemos escuchado con unción patriótica a Nano Rodrigo, -lo mismo que quienes lo hayan oído en la radio- sabemos que allí, al otro lado del mar, en la populosa Yanquilandia, Colombia, Nariño especialmente, tienen un representante legítimo, que lleva, a través de los espacios infinitos, el alma colombiana, pues Nano Rodrigo dirige, en el Yankee Stadium grandes orquestas sinfónicas, ante un auditorio asombrado de más de treinta mil almas. Por eso su nombre figura en Broadway, en grandes letreros luminosos, que como todos saben, es la consagración definitiva del arte y de la gloria.
Queremos llamar la atención de la Junta del Centenario, con el fin de que haga venir al artista Rodríguez, quien está listo a dejar su orquesta para asistir, por pocos días, a esta tierra que sabrá admirarlo y aplaudirlo. Sería un número de realce la presencia de este artista en las festividades cuatricentenaristas.”
Lastimosamente, los nariñenses de entonces se privaron de tener físicamente a Nano Rodrigo, sin duda alguna el primer colombiano en descollar en la escena artística y musical internacional, hoy, gracias a la tecnología y a la preocupación de quienes gustan ejercer la arqueología del conocimiento, podemos acceder a escuchar su voz o, inclusive, a ver las películas y las escasas filmaciones que existen de él y de sus bandas, logrando de esta forma rescatar del doloroso olvido al admirado tumaqueño.
