
¿Quién no se emociona al recordar el inicio de navidad en el Sur de Colombia, allá en nuestro Nariño, cuando mientras se armaba el Belén, como se le dice al pesebre en esta región, se ponía en la vieja radiola los villancicos que amenizaban el trabajo? Luego, me enteré de que ese viejo acetato, donde se reproducían unas voces chillonas, sin dejar de ser hermosas, de las hermanas Garavito, acompañadas al piano por el maestro Jaime Llano González, contenía nada más ni nada menos que las creaciones de uno de los colombianos que más amó la navidad.
Jeremías Quintero, nació el 16 de diciembre de 1884 en Barbacoas, no podía ser otro el mes de su alumbramiento, quizá de ahí le vino el interés por recoger la tradición oral expresada en nanas y cantos que se entonaban por estas fechas en la aurífera ciudad de Barbacoas, donde corre plácido el verde Telembí.
Desde la niñez fue un inquieto por los temas musicales, a tal punto que a los 10 años de edad pertenecía a la Banda Municipal de su pueblo natal, donde aprendió solfeo, inició interpretando el flautín y la flauta, luego aprendió la guitarra e interpretó con acierto el piano y el órgano. Su primer maestro musical fue Eladio Ortiz, quien con seguridad le sugirió que estudiara en la normal de Popayán, donde él había estudiado, y en donde Jeremías adquirió el título de maestro.

Pero su atracción hacia la música no quedó ahí, quiso hacer sus propias composiciones, inspirado, como se dijo ya, en las tonadas y voces que iban y venían desde el puerto barbacoano, tierra de oro y de leyendas. En tono de bambuco, pasillo y vals, compuso más de 3 mil villancicos, muchos de los cuales hemos aprendido de nuestros abuelos y que ahora enseñamos a nuestros nietos, sin saber que fue un nariñense su creador, entre otros están: El duraznero, Vamos pastores vamos, Nana nanita nana, ¡Oh precioso niño!, Vamos niños todos, Niño de los cielos, Jesús mi amito, Ves cómo ríe la luna, A Belén todos, Ya viene el niño, ¡Oh niño toma mi amor!, Pimpollo de canela, Me conmueve niño verte, Dormido en humildes pajas, Cantemos cantemos, Pastorcillos de Naplusa, Niño divino, Allá en Belén de Judá, y un sinnúmero más que con seguridad nos recrean nuestra niñez durante la época decembrina.
Algunos de estos villancicos fueron recogidos en el libro “Cantares de Navidad”, publicado en 1951, gracias al auspicio del entonces ex presidente Eduardo Santos, con prólogo de José Puerta, célebre miembro de la Asociación de Pesebristas de Barcelona, quienes dedicaron el IV Festival de Coros Navideños en homenaje al compositor nariñense, libro que contiene también una serie de himnos patrios del mismo autor. En la primera programación navideña de la televisión colombiana, bajo la dirección del maestro Humberto Martínez Salcedo, el maestro musical fue Jeremías Quintero.

Pero no todo fueron villancicos, también escribió valses como Alicia, Hasta morir, Pétalos, Rafaela, Desfile de Ilusiones, Un amor que se va, Cristina; danzas como Al vaivén de tus ojos, Corazón en la mano, Cruel enigma, Cuando me ausento, Princesita mía; pasillos como Paulina, Síntesis, Siempre fiel, Hermana del alma, Porque te quiero; tangos como Alma enferma, Calla corazón, Esta chiquilla, Pomito de dolor; entre muchos otros más, que demuestran la fecundidad musical y compositora de nuestro ilustre paisano nariñense. Muchas de sus composiciones fueron grabadas con el sello Sonolux de Medellín, con las voces de las Hermanas Garavito y Rosa Bastidas de Martínez, madre del afamado pianista Eddy Martínez. De igual manera algunas de sus composiciones fueron publicadas por la Casa Musical Conti de Bogotá, por allá en 1935.
El maestro Quintero también incursionó en las lides periodísticas y políticas, llegando a ser Presidente de la Asamblea Departamental de Nariño en 1926 y Representante a la Cámara en 1930. Perteneció, entre otras, a la Sociedad Ricaurte de la ciudad de Pasto como miembro honorario en 1920, fue Secretario Privado de la Gobernación de Nariño y recibió la Orden del Mérito del Ecuador. En la primera visita de un Presidente de la República a Barbacoas en 1920, don Marco Fidel Suárez, fue Jeremías Quintero el encargado de recibirlo y agasajarlo con una velada musical que el Presidente jamás olvidó.

Este enamorado de la navidad falleció en Bogotá el 8 de enero de 1964, dos días después de haber entonado, con toda seguridad, una tonada para celebrar a los Reyes Magos, a quienes con seguridad los vio navegar en un potrillo, pasando del Guagüí al Telembí, tomando curso río arriba, para conquistar al mundo con sus tonadas y con una vida sencilla y sin envanecimientos, a tal punto que millones de personas que entonan sus cantos en todo el mundo ignoran que fue este barbacoano su compositor.