Pazifico, cultura y más

Publicado el J. Mauricio Chaves Bustos

¡A Tumaco!

El Morro.
El Morro.

 

Hoy quiero compartir con Ustedes unos poemas que escribí a Tumaco hace algunos años, así como la letra de una canción que ojalá algún día pueda escuchar en esa bella ciudad que me roba el sueño.

 

I

Sonidos

que se unen

a la fanfarria de la vida

Cercana

la mar verde

cercanos sus mujeres y hombres

en el recuerdo

de prolongar la especie

el mito

hecho rito

en las pieles siempre insinuantes

siempre sensuales…

pareciera que la mar les obsequiara toda su erotismo….

Ecos

que se vuelven voces

voces que se vuelven cantos

cantos que se vuelven orgías de sueños

Ceremonias venidas de los ancestros

que fueron más allá de la libertad

mujeres y hombres que fundaron

un continente fuera del suyo

un país fuera del suyo

una nación fuera de la suya

y que hoy persisten y subsisten

en cada uno de nosotros

 

Ecos, ecos insinuantes

magia en forma de bullicio

voces

cantos

gritos

el sonido de la mar…

el del forcejeo de los cuerpos…

el de la naturaleza que pulula…

 

Todos hechos una sola voz:

¡Pacífico!

¡Tumaco, Tumaco, Tumaco!

 

II

Los palafitos

que se adentran en el ensueño verde

formando un nuevo laberinto

en el entramado

de las quimeras de quienes la habitan

como seres mágicos

que se conducen con sus pies descalzos

en la seguridad de saberse como peces

 

En las maderas

con formas de estancias

descansan

las féminas

como panteras

hermosamente recostadas

esperando

que sus neptunos

retornen de las faenas

trayéndoles

la obsequiosidad

marina en perlas, peces y corales

De vez en cuando

-lo he visto

podría jurarlo-

por sus ventanas

reptan las ondinas

y entonan los cantos ancestrales

en forma de Alabaos y de Arrullos

Cuando se saben sorprendidas

vuelven a tomar la forma

de la mujer Pacífico

 

Los palafitos

de “La Base”

serpientes marinas

zigzagueantes

conducen y conducen

eternamente

a ese mundo

de ensueños que nunca terminaré de descifrar:

Tumaco.

La Carbonera.
La Carbonera.

 

III

Los niños de El Morro

sardinas universales

recorren la playa

recreando el juego ancestral del hombre

en repasar una y otra vez

el paso del agua a la tierra

Con gritos y algarabías

celebran los ritos

entonando los cánticos

heredados de sus padres

de sus abuelos

y de una larga lista de ancestros

que debieron atravesar la mar

en contra de su voluntad

para fundar sus propias patrias

Cimarronas

en tierra de cobrizos

 

Los niños de El Morro

van y vienen

como vientos

con sus silbidos

y sus letanías

ofreciendo – sin importunar –

los frutos de la tierra y de la mar

obsecuentes con su origen

africano no cesan en repetir

“mango biche, mango biche”

 

Los veo zambullirse

en el verdor de la inmensidad que me maravilla

salen con sus cuerpos brillantes

parecieran volverse arena

brillar como soles

o en las noches

volverse estrellitas

que salen de la mar

para reclamar su puesto

en este firmamento que todos llaman Tumaco.

 

IV

El bajito

verdadera república Africana

no tiene

la pesadez de la carga fatua de la ostentación

ni el candor obtuso de la falsedad turística

 

El verdadero mar Pacífico

en una extensión

que recrea la Vía Láctea

 

Mujeres hermosamente ataviadas

para atraer la atención de sus hombres

de los negros hercúleos

que parecieran azotar la tierra

Mujeres candorosas

y milenariamente siempre dispuestas

a complacerse en sus danzas y ritmos

en sus ternuras y en sus fortalezas

 

Gente de El Bajito

honestos libertinos

que portan en sí y para si

todo el candor y el orgullo de su raza negra

He tratado de ser como ustedes

no a pesar de toda la lascivia

que envidio

sino a través de la concupiscencia

que es rictus sagrado en su piel

 

El Bajito

verdadera republica Africana

en la distancia de un Océano

que nos es común

y que nos vuelve

más hermanos

más cercanos

que la cordillera

Muralla distante

levantada por ideal de hombres

 

El Bajito

raza, piel, mar verdadera

Tumaco en su esplendor

El Bajito (Foto: Situr Nariño).
El Bajito (Foto: Situr Nariño).

 

V

Las fiestas de San Andrés de Tumaco

rictus ceremonioso

donde convergen en un solo sino

lo sacro y lo profano

La herencia que no se puede desconocer

la obligada y la temida

en cruces, rezos e inquisiciones

en disfraces que ocultaron por tanto tiempo la esencia

de la raza negra

La fiesta

legado querido y estimado

el canto que todo lo es

en el conjunto de las armonías y las sincronías

de oraciones y conjuros

Se estremecen los cuerpos

candela viva

Tumaco es fortín de alegría

expresión solemne que compone la raza cósmica

hombres y mujeres

se vierten presurosos por las calurosas calles

sus espíritus se han adelantado a la apoteosis

vienen de El Morro

de purgar las penitencias anticipadas

para volverse carne y piel al son de sus sonidos preferidos

marimbas y cununos

se vierten en la amalgama

de fandangos, salsas y merengues

los jóvenes vierten sus quejas y sus dichas

en rapeo y hip-hop

símbolo de una mar que los une con otros pueblos

Las ancianas

vuelven a recitar las décimas secretas

para ahuyentar a los malos espíritus

y para invocar a los ancestros idos

a Changó

en Arrullos y Alabaos

que ponen a quienes las escuchamos

en un trance que recuerda el delgado hilo

que hay entre la vida y la muerte

Los ecos van de la Catedral

al parque San Judas

en un recuerdo pasajero

de lo divino y de lo humano

San Andrés de Tumaco

es toda una fiesta

algarabía que llega de El Bajito

sorpresa y fascinación provenientes de El Morro

melodía insinuante, como ola de mar,

que llega de Bocagrande: “Y el mar bordando luceros…”

Y el continente

que se une a las islas de tanta alucinación

todos han elevado las plegarias

para que el Mira

-serpiente que teje y entreteje el sueño

del territorio-

permita este año el fandango

 

San Andrés de Tumaco

y el Pacífico que se abre

lenta y pausadamente

como una ostra

para obsequiar a la humanidad

la más hermosa perla

que invita dadivosamente

a mirar su cielo

a mirar su mar

a sentirse con toda esa bella gente

uno más

para susurrar o levantar el grito

para cantar o para gritar

con asomo de verdadera libertad

¡Tumaco, Tumaco, Tumaco!

Qué bonito es mi Tumaco,

Qué bonito es mi Tumaco,

a mí se me quiebra el alma

cuando estoy lejos de su mar

de su playa y sus palmeras

de sus negras, mujeres bellas

 

¡Qué bonito es mi Tumaco!

(Canción)

Qué bonito es mi Tumaco,

qué bonito es mi Tumaco,

en el bajito todos los tumaqueños son uno,

ríen, cantan y bailan,

ahí no hay ajenos,

todos son nuestros hermanos.

 

Qué bonito es el Morro

con su arco y con su peña

libando con biche en la playa

y degustando de la piangua,

del carapacho de jaiba,

y del coco hasta el agua.

 

Sus callecitas calientes

donde se pasean las caderas ardientes

bajo el sol o la luna, testigos mudos

de los amores tumaqueños

olor a pasión y a mar,

recuerdos que hoy son ensueños.

 

Qué bonito es mi Tumaco,

en la Tagüera está esa morena bella

que se pasea como una pantera,

es de corazón noble y de alma sincera,

palmita de naidi y chontaduro maduro

para que mi corazón no se muera.

Carnaval del Fuego.
Carnaval del Fuego.

 

Comentarios