“Toda una vida mes estaría contigo, no me importa en qué forma ni cómo, ni dónde, pero junto a ti”. Toda una vida,decía el bolero de Antonio Machín. Lo mismo ocurre con el PP en Madrid; toda una vida de las de ahora, con la esperanza de vida tan alta, es lo que vamos a soportar, aguantar y sufrir al PP los madrileños.
El PP en Madrid es el partido hegemónico, porque tiene la hegemonía cultural y política; partido de masas, por la cantidad de afiliados y de simpatizantes que tiene; y partido de gobierno, porque casi todo el poder autonómico y municipal gira alrededor del PP, con la posibilidad de que aumente en las próximas elecciones.
No es justo negar que también ha tenido puntos fuertes y ha sabido venderlos por Telemadrid. Sobre todo en la época de Aguirre, vedette oficial que rivaliza en minutos de televisión con la otra gran vedette de la caja tonta de este país: La Esteban y Telecinco. Un transporte público muy desarrollado, una economía autonómica con gran dinamismo frente al resto de España o una apuesta por los idiomas en la educación pública son los logros reseñables del PP. Y han sabido venderlos, sea en Telemadrid o en cualquier cadena al ciudadano normal.
Además, el PP tiene un electorado como el personaje de la canción: “No me importa en qué forma, ni cómo, ni dónde pero junto a ti”. La fidelidad del votante del PP, acrítico ante los excesos de su partido y la corrupción -no sabemos cuándo tardará en dimitir el próximo alcalde de Boadilla, ya se hacen apuestas en Betfair-, y ante las medidas de ajuste impuestas. A veces, parece que un determinado votante del PP es como una quinceañera: sufre un enamoramiento total por su partido. También es verdad que con líderes con el carisma de Gallardón o Aguirre, es más fácil votarles.
En cambio, votar a Simancas o Sebastián era un acto de fe. El Papa, seamos creyentes o no, debería de canonizar a los votantes socialistas de las anteriores elecciones por su sufrimiento y demostración de fe incluso ante las adversidades más manifiestas. Porque aunque el PSOE de Madrid es lo peor de lo peor, demostraron su pasión y siguieron votando a los socialistas. Hay que apelar a la fe porque nada racional nos haría votarles.
Y nos debe de canonizar porque no solo va a ser una vez, van a ser dos: con Lissavetsky y Gómez tirándose los trastos a la cabeza habrá que apelar de nuevo a los impulsos irracionales para votar a los socialistas. Esperemos que no haya una tercera, como Jesús en el desierto; aunque el diablo es pérfido y los socialistas madrileños muy ineptos, así que nada es descartable. También queda votar a IU, que es lo que hice en la Comunidad y puede que vuelva a ser lo que haga ante el panorama que se avecina.
Lo dicho. A este paso los populares van a estar toda una vida. Una vida larga y esplendorosa, ante la inexistencia de oposición, tener un partido cohesionado y pese a las corruptelas y sus tics autoritarios. Toda una vida prospera y hermosa a ritmo de Machín.
P.D: escrito en 2011. Las cosas no cambian.
En Facebook: Parsimonia
En Twitter: Parsimonia