Parsimonia

Publicado el Jarne

Otro caso más de corrupción

Una nueva operación policial contra la corrupción ha vuelto a sacudir a España. Desarrollada principalmente en los municipios del sur de Madrid, aunque tiene ramificaciones en varias provincias españolas, ha vuelto a poner en el disparadero las exigencias de mayor transparencia y control. La operación Púnica, ejemplifica muy bien el tipo de corrupción que hemos tenido en este país.

La forma de actuar de los imputados muestran un patrón que se repite en muchos casos de corrupción. Tenemos siempre a un empresario, que a través de conseguidores y sobornos, se hace con la adjudicación de jugosos contratos públicos con la complicidad de funcionarios y políticos locales. Normalmente, las áreas del ayuntamiento que suelen aparecer implicadas son las que manejan más presupuesto y donde los municipios tienen mayores competencias: urbanismo, obras públicas y basuras.

Hace unos años, la gente no veía con malos ojos esta corrupción. Los alcaldes o gobiernos autonómicos que han vuelto a ganar las elecciones pese a sonados casos de corrupción, son muchos. La idea es que hay una bula para el que robe, siempre que arregle las aceras, deje la calle bonita o construya un edificio de diseño. Fulanito es uno de los nuestros y poco importa los pecados que cometa mientras lo haga más o menos bien y no dé ni agua a la oposición.

El problema es cuando se acaba el dinero y empieza la crisis económica. Las administraciones se han quedado con las arcas vacías porque se han financiado principalmente a través de impuestos vinculados con la burbuja inmobiliaria. Sin el dinero, todo el andamiaje construido se cae a pedazos. Entre los cascotes, descubrimos los restos de los cadáveres que sacan a relucir las prácticas de aquellos años que todavía perviven, porque en esta operación Púnica se juntan contratos recientes con otros anteriores.

El paro achucha y somos más críticos con la corrupción debido a la mala situación económica. Queda por ver si ese descontento se traduce en las urnas. Por los  antecedentes, soy muy escéptico con esa posibilidad. Ya en 2011, en la Comunidad Valenciana, los casos asediaban al PP y renovó su mayoría absoluta. Y lo mismo se puede decir del PSOE en las elecciones andaluzas de 2012, cuando los socialistas fueron capaces de conseguir mantener la Junta de Andalucía con el apoyo de IU.

¿Cómo evitarlo? Mediante mecanismos de control, pero estos no funcionan bien. Y eso no significa que no haya leyes para reglarlo todo: en España -sé que también es así en Colombia-, para mover un papel siempre hay un protocolo, orden o reglamento que regule todo. Hasta los funcionarios se pierden en los vericuetos de la norma. Si le sumamos los problemas por falta de personal y de eficiencia que tenemos, cualquier gestión que suponga pasar por la ventanilla es una tortura lenta y dolorosa.

Si se quiere ejercer funciones de control como ciudadano, político de la oposición o periodista, los problemas para acceder a los pliegos, contratos o informes son innumerables. Los funcionarios son muy reticentes a hablar y explican poco cuando preguntas. Además, cuando haces una solicitud de información, tienes que pedir exactamente lo que quieres, pero muchas veces es imposible porque desconoces el sitio donde se encuentran los datos que te interesan.

La sociedad civil tampoco ha tenido una actuación brillante. Los medios de comunicación locales han estado muchas veces en manos de constructores que los utilizaban para sacar su stock de vivienda a través de la publicidad o azuzar al ayuntamiento para que les concediese el contrato de turno. Las asociaciones ciudadanas o grupos de interés han estado más pendientes de llevarse bien con el poder y conseguir alguna prebenda, más que en controlarlo y criticarlo.

¿Qué podemos hacer? Jorge Galindo en Politikonhabla de tres alternativas: una es caer en la idea de que somos así y no hay nada que solucionar, la otra en que vengan otros para que todo cambie y la tercera pasa por buscar una reforma de la administración local que mejore los controles y simplifique la toma de decisiones.

Me quedo con las dos últimas, que tendrán que ser parejas, porque no creo que los que ostentan el poder tengan todavía los incentivos para hacer algo que suponga limitarlo o perderlo. La cuestión es cuánto tiempo tendremos que esperar para que la savia nueva llegue al poder y modifique sus procesos internos.

En Twitter: @Jarnavic

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