Parsimonia

Publicado el Jarne

Por qué me hice del Guardian y de The Unite

Estoy cerca del año y tengo que planificar los próximos meses. Lo más seguro es que cambie de casa y tenga algunos gastos extras, así que he decidido recopilar mi lista de movimientos bancarios para organizarme mejor. Dentro del debe aparece mi suscripción al periódico The Guardian y a Unite, el principal sindicato inglés. Son dos cuotas que no pienso tocar.


The Guardian es el único diario que leo desde hace tiempo en inglés. Siempre he oído comentar que era muy de izquierdas, pero muy bien escrito. Me gusta porque combina la seriedad de los hechos con una opinión muy bien fundamentada. Además, siempre trata de innovar en el campo del periodismo, algo que se agradece mucho por profesión.

La razón principal por la que me hice socio fue una serie de artículos sobre los trabajos precarios que hicieron a los pocos meses de que llegara. Se analizaba y ponía cifras a una realidad: el número de contratos de cero horas, el fenómeno de los falsos autónomos o el tipo de personas que ocupaban esos trabajos. Datos y más datos para dibujar una parte del mercado laboral en Reino Unido.

Además de las frías estadísticas, también aparecían los relatos de los problemas que tenía la gente. Aquí es donde el reportaje me encantó. The Guardian hablaba con los trabajadores, contaban sus expectativas y los problemas que tenían para llegar a fin de mes. Puestos que ocupaban en su mayor parte los inmigrantes.

Cuando la gran mayoría de los medios nos muestran como una panda de pedigüeños a la caza de ayudas sociales, aparecía un periódico que nos retrataba de otra forma. Pocos meses después del Brexit y de que algunos periódicos y políticos dijeran que volvían a recuperar el país como si alguien se lo hubiera arrebatado, se ponía rostro a nuestra situación. Ese mismo día me hice socio.

Hace unos meses me afilié al sindicato. Unite engloba a dos centrales sindicales, Amicus y TGWU, que se fusionaron hace unos años. El sindicato más combativo de Inglaterra, el TGWU, fue muy mítico. Jack Jones, su líder durante los 70, fue considerado el hombre más poderoso de Inglaterra. También fueron capaces de hacer caer dos gobiernos. Casi nada.

Tuve problemas en el trabajo por una vacaciones. Estuve trabajando y cubriendo a otra gente durante un largo período de tiempo. Llegó un momento en el que pasada una determinada fecha, si no te has cogido tus días de descanso, los pierdes. Creía que me las iban a pagar porque estuve haciéndole un favor a la empresa, pero también se lo podrían haber ahorrado.

Mi jefa dijo que no tenían por qué pagar las vacaciones. Al final, había estado sacándole las castañas del fuego a la compañía y las había perdido por ello. Pero eso es lo que decía ella. Fue cuando entendí que necesitaba a un tercero que defendiera mis derechos porque no sabía si era verdad o no. Vi que necesitaba un abogado y de un sindicato a ser posible.

Me afilié por internet. Fui a la sede The Unite. Les expliqué mi caso como buenamente pudé. Y entonces me dió un flashback. Me acordé de hace unos años, cuando hice las prácticas en la Unión General de Trabajadores (UGT). Estuve en una de sus ramas, el FITAG. Me recordó a una de las consultas que había tenido la abogada que me habían asignado.

Allí había de todo. Sindicalistas a los que los jefes les bajaban de categoría por haber estado en el comité de empresa. Gente que tenía sanciones por las cuestiones más diversas. O inmigrantes. Recuerdo que hubo un par de marroquíes que trabajaban en una panificadora. La empresa había cerrado de un día para otro para abrir en un polígono distinto y los había dejado tirados.

Uno de ellos hablaba español. Más o menos, se hacía entender. El otro balbuceaba nuestra lengua. La abogada intentaba hablar con él, pero era imposible. Cuando fui a explicar mi caso al sindicato, me vino aquel recuerdo. Esta vez era yo el inmigrante que balbuceaba quien iba a explicarle al sindicato mi caso.

Al final, la abogada del sindicato me llamó un par de semanas después. Me explicó la situación y me trató genial. No se podía hacer nada legalmente, así que tendría que negociar con la compañía. Es justo decir que la empresa terminó pagando, pero siempre recordaré aquella situación de indefensión que tuve. Por eso, la cuota del sindicato es intocable.

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