Hay animales que pueblan nuestras ciudades que merecen una extinción pronta y dolorosa. Están las palomas, esos seres abominables en los que se reencarnó el Espíritu Santo -Señor perdóname por estas palabras- a los que los viejos no hacen más que dar de comer, que se reproducen como ratas y molestan cada vez que aletean sus alas. Aunque, sin duda, los peores son las carpas de El Retiro en Madrid.
Recuerdo ir de pequeño al Retiro con mis padres. Nos endomingábamos, a veces mi hermano y yo pasábamos antes por misa y nos íbamos al Retiro. Cogíamos el coche o el Cercanías y nos poníamos en el parque madrileño. Veíamos los títeres que rodean el Palacio de Cristal, hacíamos el cabra por la zona de Mariano de Cavia o nos perdíamos en la Rosaleda. Después íbamos al Estanque y comprábamos palomitas para dárselas a los patos.
Allí, echábamos inocentemente las palomitas en el agua. Mientras esperábamos a que se acercasen los patos y cisnes para que se las comieran, siempre surgían cientos de seres diabólicos desde el interior de las oscuras profundidades de aquel estanque con agua empozoñada: las carpas radioactivas de El Retiro. Y es que a veces a los patos no les quedaba nada porque se habían zampado todo el paquete las carpas antes de que las aves se acercaran a la orilla.
Hay diversas teorías sobre el origen y tamaño de estas carpas. Algunos hablan de algún tipo de escape radioactivo en el que se vieron envueltas y que llevó a las autoridades municipales a verterlas allí. Otros apuntan a una mutación en los años 80 gracias a las drogas que se arrojaron en los años de La Movida. Otros hablan de que Fraga se bañó en aquellas aguas -una especie de Palomares II– y eso afectó a las carpas, que mutaron y se convirtieron en las criaturas que hoy conocemos.
Son gigantescas y feas, se comen cualquier cosa que uno le eche -inocentemente creía que sólo comían palomitas de maíz- y no hacen concesiones si uno se cae. Dicen que esto debería a que también tienen algo de cruce con pirañas. El caso es que los que se han caído al agua, no han vuelto. De ellos sólo nos han quedado su recuerdo y la enseñanza de que la historia se puede repetir si uno se acerca mucho al agua o se baña.
Si alguna vez se acercan a Madrid, van al Retiro y se acercan al Estanque, tengan cuidado. Mantengan toda precaución que puedan y permanezcan alejados del agua. Si caen, moriran sin remedio. Avisados quedan.
En Twitter: @Jarnavic