Parsimonia

Publicado el Jarne

La demonización de la clase obrera

Hoy viene a Madrid Owen Jones. El inglés escribe en The Guardian y antes pasó por The Independent. Sin embargo, Jones se ha hecho famoso por un libro que ha aportado algo de luz a la adormilada izquierda europea: Chavs, la demonización de la clase obrera. En este estudio, repasa la cultura popular inglesa para demostrar que la criminalización de los chavs es en realidad la banalización de la clase obrera y la criminalización de la pobreza.

El chav, parece que es una deformación del charver, aunque el origen de la palabra es distinto según quien lo cuente. El chav esterotipado se caracteriza por ser un joven, de clase trabajadora, con ropa de marca, chándal -o casual que lo llaman ahora-, zapatillas, gorra y pendientes o anillos llamativos. No suele trabajar, puede tener varios hijos y anda cerca del mundo criminal. En Little Britain, sería Vicky Pollard. En España sería el caní o nini, antiguo bacaluti, mientras que en Colombia lo más próximo que se me ocurre es el gamín.

En el libro, Jones recorre la cultura popular para ver los estereotipos negativos con los que se va creando la imagen del chav. Su querencia por las ayudas sociales, su fama de bebedores y problemáticos o su incapacidad para adaptarse a la realidad social. También aparecen esas portadas con las que muchas veces azota la prensa inglesa a los barrios obreros o una cena de militantes de izquierdas en las que no se puede hacer chistes racistas u homófobos, pero sí sobre los chavs.

Bensaid ya nos advertía hace tiempo sobre el cambio que se había producido en la izquierda, que dejó a un lado la lucha en el ámbito económico para centrarse en luchar por los derechos de las minorías: mujeres, homosexuales o razas. Algo que se agudizó sobre todo tras el triunfo de la Revolución Conservadora de Thatcher y Reagan en los 80. Quizá el caso más paradigmático sería Tony Blair con su Tercera vía, más camino intermedio entre los socialdemócratas y los conservadores que entre el marxismo y el liberalismo.

Y es que ya decía Thatcher que lo que más le gustaba de todo lo que había dejado era esa izquierda. La Dama de hierro pone fin a esa cultura obrera tan fuerte que tenían los laboristas en Inglaterra. Recordemos que allí es donde primero surge la clase obrera -genialmente narrada en La formación de la clase obrera en Inglaterra por E.P. Thompson- y también donde surgen los primeros envites que la despedazan.

Jones contextualiza y coloca las cosas en su sitio. Los chavs no son más que los perdedores de la Inglaterra que construye Thacher, que desindustrializa el país sin ofrecer una alternativa a la clase obrera. Un problema que se ve todavía más agravado con privatización y el empequeñecimiento  de los servicios públicos, que van camino de residuales.

Los servicios sociales se convierten en beneficencia que va a las personas más necesitadas: los extranjeros. Los blancos se sienten desplazados y en competencia con los nuevos ingleses. Los viejos barrios laboristas, -como en Francia los barrios de tradición socialista o comunista-  son los que acabaran votando de forma masiva al UKIP o al Frente Nacional francés en las elecciones europeas del domingo.

¿Y dónde están los socialistas? Hay un par de detalles que nos da el libro acerca de la desconexión de los laboristas con sus votantes. Uno es que los dirigentes del Nuevo Laborismo no han pasado por la fábrica o un empleo precario, al contrario de lo que ocurría antes. Son casi todo universitarios, o peor, miembros de las selectas escuelas y universidades inglesas. El otro es el incidente de Gordon Brown con una maestra laborista durante la campaña. Muestra hasta que punto los laboristas han abandonado a sus bases.

En fin, un buen libro para desbaratar la idea de aquellos que dicen que la lucha de clases ha muerto y que gritan el ahora todos somos de clase media que propugnaba el Nuevo Laborismo. Y es que ya saben que el mejor truco que el diablo inventó fue convencer al mundo de que no existía. Así nos va.

http://www.youtube.com/watch?v=HqGm_ONGOg0

En Twitter: @Jarnavic

Comentarios