Parsimonia

Publicado el Jarne

El libro arcano

Un buen día entré en una de las tiendas que venden libros de Derecho al lado de la Universidad del Rosario. La verdad es que son muy caros, especialmente los manuales universitarios, pero siempre me ha gustado verlos, tocarlos y olerlos. Mi sorpresa fue encontrarme con el texto más indigesto, desesperante e incomprensible de la carrera: Lecciones de Derecho Administrativo de Luciano Parejo, catedrático de la Carlos III. 

Administrativo es una de esas asignaturas que amas u odias. No admite término medio: te encanta o la aborreces para el resto de tu vida. Hubo gente que encontró el placer memorizando los plazos de caducidad de las acciones, el organigrama de los ministerios o la autotutela de la administración. De todo tiene que haber en esta vida. Lo que es innegable es que es una asignatura difícil, que necesita de libros claros y profesores solventes para que no se convierta en un infierno.

En la universidad que estudié, el manual que se recetaba era el citado monstruo del catedrático de la Carlos III, Luciano Parejo. En España existe la buena costumbre de utilizar siempre el libro del catedrático o del profesor, que para algo lo han hecho y a alguien se lo tienen que vender. Parejo es socialista, muy socialista y ha sido el padre de muchas de las leyes básicas que regulan la administración. Académicamente, ninguna objeción. Ahora, como literato a la hora de hacer manuales, dejaba mucho que desear.

Amigos, sumergirse en aquel libro era un esfuerzo hercúleo, ingrato y extenuante. Las subordinadas eran frases que se alargaban hasta el infinito y se encadenaban para formar párrafos compuestos por una sola oración. Las cuitas doctrinales que nadie entendía se extendían a lo largo de páginas y páginas donde cargaba contra colegas, adversarios y quien pasara por allí. Después de soltar la bilis, Parejo volvía a retomar el hilo que dejó en algún momento. Era desesperante tratar de entender algo. Ríanse del Ulises de Joyce.

Les confesaré que durante la universidad no fui mucho a clase. Debido a ese mal vicio, tenía que prepararme por mi cuenta los exámenes. Compraba los libros un par de meses antes y me encerraba a estudiar el último mes. Calculaba más o menos el tiempo que me iba a costar cada asignatura y preparaba un calendario estricto que cumplir. Cuando aparecía un administrativo, mis planes se desbarataban. Era imposible avanzar. El General Invierno ganó dos veces; Administrativo siempre.

En alguna ocasión le comentamos a lo profesores que no entendíamos nada. Derecho Administrativo no era un arte arcano sólo revelado para los iniciados. No. Era aquel horroroso libro, aquella bestia que atemorizaba a los estudiantes y que ellos habían contribuido a crear porque muchos aparecían como partícipes de la obra. Los compinches de Parejo solían reírse o decir que la anterior edición con la que ellos habían estudiado era peor. Entonces me callaba y me preguntaba qué tipo de horrores habrían visto esas mentes enfermas.

Los españoles les hemos dejado y llevado muchas cosas a lo largo de la historia. Algunas buenas, otras malas; pero lo del manual de Lecciones de Derecho Administrativo está entre las peores, a la altura del colonialismo o la moral mojigata. Se me llevan los demonios cada vez que imagino a algún pobre estudiante de primer o segundo semestre intentando comprender el libro arcano. Ojalá tenga suerte y el profesor se apiade de su alma. Ojalá.

En Twitter: @Jarnavic

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