Parsimonia

Publicado el Jarne

Aprender a debatir

Tengo que pedirles perdón por todos estos meses sin escribir. Ahora que tengo tiempo me comprometo a actualizar más a menudo. Ya que han estado tanto tiempo sin noticias de mí -seguro que no me han echado en falta-, les contaré una de esas cosas con las que he estado metido: aprendiendo y enseñando a debatir.

Durante tres años estuve en la liga de debate de mi universidad en España. La verdad es que me lo pasé bien y aprendí mucho. Quizás no me involucré tanto como hubiera debido, pero fue una experiencia muy buena. Aprendí de verdad a escribir, a recitar los textos, a investigar de forma exhaustiva y algunas lecciones que me servirán a lo largo de mi vida.  Algunas de esas habilidades han sido vitales después en mi experiencia como periodista. También hice un par de amigos que espero conservar a lo largo de los años. El balance, como ven, es positivo y hay más es en el habe que en el debe.

Pasados un par de años, unos chavales de un instituto contactaron para que los ayudara a preparar un debate al que se habían apuntado a nivel departamental, aquí de Comunidad Autónoma. Entonces me di cuenta de lo que me hubiera gustado que alguien me hubiera enseñado todo lo que aprendí a los 15 años y no en la universidad en una actividad voluntaria. Así que los ayudé.

Los chavales eran muy buenos. Eran madera que solo había que pulir. Y lo hicimos. Nos quedamos en la fase final y sacamos muy buena experiencia. Ellos aprendieron mucho y se convirtieron en máquinas perfectamente engrasadas. Tanto que marcan la diferencia con respecto a otros compañeros. Y no lo digo yo, lo dicen sus profesores que son quienes los evalúan y les ponen las notas.

Eso fue el año pasado. Ahora, hemos hecho lo mismo en un torneo interno en el instituto para que todos los que quisieran tuvieran una oportunidad. El torneo se celebró el viernes pasado y ha sido una experiencia genial. Ellos han aprendido mucho y yo con ellos. He visto la paciencia de santo Job que tienen que tener los profesores con sus alumnos, la pedagogía y mano izquierda que hay que tener para liderar grupos y ser capaz de hacer trabajar en equipo, pero también me quedo con la satisfacción de ver cómo tus alumnos aprenden. Y por supuesto, con las personas. Conocer nueva gente con todos sus cosas buenas y malas. Eso no se paga con dinero, aunque algunos piensen que todo se puede conseguir gracias a él.

Lo mejor de todo esto es que se tiene que hacer fuera del horario lectivo y porque unos profesores y alumnos lo han impulsado, sin cobrar nada y evitando toda clase de obstáculos. Los chavales aprenden a trabajar en equipo, mejoran su compresión lectora, aprenden a escribir y a escribir para que los textos se reciten en público con sus pausas y silencios. En fin, aprenden todas esas cosas que se suponen que hacen en la escuela pero después del horario de clase, con un universitario voluntario y con profesores que también lo hacen voluntariamente. Genial, esta es una más de esas ironías que hacen grandes al ser humano. Lo que tienes que aprender en clase, lo aprendes fuera de clase porque el sistema establece otros contenidos. Así estamos.

Termino. Una gran experiencia; se la recomiendo.

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