En Barranquilla no nació el sabor, pero sí se fusionó mejor que en cualquier otra parte.
A finales del siglo XIX las costas de la entonces incipiente Barranquilla comenzaron a recibir la migración de libaneses, sirios, palestinos y jordanos. La integración de este grupo étnico fue tan fuerte que su al-bunduq se convirtió en la tradicional albóndiga de hoy en día; la boronía –ese plato que combina plátano maduro con berenjenas y ajo– provino de su al-baraniyya, y las almojábanas, que parecen tan colombianas, tuvieron su origen en la al-mnuyabbana. Ellos impusieron términos como albañil, alfarero y alcalde, y cambiaron la gastronomía del Caribe y luego la de buena parte del país cuando se mezclaron con el sabor tradicional de los países de otros miles de migrantes que entraron a este puerto.
Su legado, precisamente, es el que busca rescatar Sabor Barranquilla, el evento que este año le rendirá un homenaje a la cultura sirio libanesa, y de paso a la italiana, que llegó en el periodo de entreguerras y se arraigó en el Caribe.
Con más de cien expositores y una muestra para más de veinte mil visitantes, durante tres días (del 25 al 28 de agosto) los mejores restaurantes de Barranquilla y de otras ciudades del Caribe recordarán ese instante en que las culturas se unieron en el crisol del puerto de Barranquilla y se encontraron con un legado aún mayor: el de los afrodescendientes, que adoptaron sus sabores, los modificaron y los expandieron por toda Colombia.
Cocineros tradicionales de San Basilio de Palenque (Bolívar), Santa Lucía (Atlántico) y el Urabá antioqueño participarán en shows en tarima y conferencias junto con chefs de renombre como Leonor Espinosa, Juanita Umaña, Diana García, Catalina Vélez, Juan Pablo Valencia o María Claudia Zarama, además de conferencistas que reflexionarán en torno a la gastronomía caribeña.