El ADN revela los secretos de la épica migración en América
¿Cómo llegaron los primeros humanos a América? Migrando, por supuesto. Todos los humanos hemos sido migrantes. No hay un pueblo puro ni un solo grupo que no se haya mezclado previamente y durante miles de ocasiones con otros pueblos distintos. Es más, la división por fronteras es algo muy nuevo en este planeta y que…
¿Cómo llegaron los primeros humanos a América? Migrando, por supuesto. Todos los humanos hemos sido migrantes. No hay un pueblo puro ni un solo grupo que no se haya mezclado previamente y durante miles de ocasiones con otros pueblos distintos.
Es más, la división por fronteras es algo muy nuevo en este planeta y que las leyes migratorias de hoy lo ignoren deja en claro lo poco que hemos aprendido del pasado. Y del presente.
La pregunta para entender de dónde o cómo llegaron a este continente los primeros humanos venidos de África ha intrigado a científicos e historiadores por décadas, y está siendo respondida con un aliado inesperado: el ADN y la posibilidad de trazar en sus registros el camino recorrido por los humanos. Un reciente análisis genético publicado por la revista Scienceha arrojado nueva luz sobre la ruta que siguieron nuestros ancestros para cruzar desde Asia hasta el continente americano, y revela detalles fascinantes sobre esta travesía.
La pista genética
Durante años, la teoría más aceptada señalaba que los humanos llegaron a América a través del estrecho de Bering, aprovechando un puente terrestre durante la última glaciación. Sin embargo, el nuevo estudio, publicado en Science sugiere que la migración fue más compleja y prolongada de lo que se creía.
El equipo de 48 investigadores analizó genomas de poblaciones antiguas de Siberia, Alaska y nativos americanos y logró entender que los primeros pobladores no cruzaron en una sola oleada, sino en múltiples movimientos migratorios, posiblemente a lo largo de miles de años.
No es tan claro ahora que todo haya sido dado por el estrecho de Bering. Lo que sigue siendo claro es que se conserva el origen de África como cuna de la humanidad actual.
Pero ciñéndose a esa teoría del cruce por el norte en medio de la glaciación, en el escenario de hace más de 15.000 años, se plantea que grupos de cazadores-recolectores avanzaban por un corredor entre glaciares, y enfrentaban temperaturas extremas con recursos limitados. El estudio genético, titulado originalmente From North Asia to South America: Tracing the longest human migration through genomic sequencing, revela que estas poblaciones se mezclaron con grupos siberianos antes de continuar su viaje, lo que dejó una huella en su ADN que aún podemos rastrear hoy.
Además, los datos sugieren que algunos grupos pudieron haber seguido rutas costeras, navegando en botes a lo largo del Pacífico, lo que explicaría la rápida dispersión hacia el sur del continente. Desde las islas del Pacífico lejano hasta América.
¿Por qué es importante este descubrimiento?
Este hallazgo no solo resuelve un enigma histórico, sino que también refuerza el vínculo genético y cultural entre los pueblos indígenas de América y nuestros ancestros asiáticos. Además, plantea nuevas preguntas: ¿Hubo migraciones aún más antiguas? Es casi seguro que así es. O ¿cómo influyeron los cambios climáticos en estos movimientos? Sin duda, visto que el mundo estaba configurado de forma distinta, no cabe duda de que el clima fue decisivo en la migración. Lo más relevante, sin embargo, es que cada avance en el trazado genético nos recuerda que la historia humana está hecha de viajes, adaptación y supervivencia. Estos primeros migrantes no solo cruzaron un continente, sino que sentaron las bases de culturas milenarias.
Más específicamente, el ADN antiguo revela una sorprendente conexión genética entre indígenas de Colombia, Venezuela, Brasil, entre otros, y los primeros migrantes de Asia. El estudio revolucionario publicado en Science descubrió pistas fascinantes sobre cómo los migrantes de Siberia dejaron su huella en comunidades indígenas sudamericanas, incluso antes de lo que se pensaba.
La investigación, liderada por un equipo internacional de genetistas, analizó genomas de restos humanos antiguos y poblaciones indígenas actuales en Colombia, Venezuela y Brasil. Los resultados confirmaron algo asombroso: grupos indígenas como los Yukpa (Colombia-Venezuela) y los Xavante (Brasil) comparten marcadores genéticos únicos con poblaciones siberianas de hace más de 13,000 años.
Esto sugiere que los primeros migrantes no solo llegaron a Norteamérica, sino que rápidamente se expandieron hacia el sur, o llegaron de otra manera al sur, y dejaron descendencia en zonas tropicales mucho antes de lo estimado.
Además, hubo múltiples oleadas migratorias, y algunas rutas pudieron ser más diversas de lo imaginado. Eso incluye posibles desplazamientos por la costa del Pacífico o incluso adaptaciones tempranas a la Amazonía, un territorio que hasta ahora había sido visto de lado, pero que llegó a albergar complejas ciudades, como ya fue revelado.
En lo referente a Colombia, cabe anotar que los Yukpa, un pueblo indígena que habita la Sierra de Perijá (frontera colombo-venezolana), muestran una de las conexiones genéticas más directas con los antiguos siberianos, incluso más que otros grupos sudamericanos. Esto indica que su linaje se mantuvo relativamente aislado, preservando un legado único.
Por su parte, en Brasil, los Xavante revelan adaptaciones genéticas a ambientes tropicales, pero también comparten un ancestro común con los primeros migrantes. Lo llamativo de Brasil es que, según el estudio, es el país más diverso del mundo, gracias a sus sucesivas migraciones. Y eso, hoy en día, lo hace un lugar de un inmenso poder para el mundo.
El estudio no sólo confirma que Brasil es uno de los territorios con mayor diversidad genética humana, gracias a ser punto de encuentro entre pueblos indígenas ancestrales, migraciones siberianas, colonización europea y diásporas africanas, sino que esta mezcla única contempla una ventaja evolutiva: el mestizaje ha creado una población con variantes genéticas que favorecen la resistencia a enfermedades, adaptación a climas diversos y respuestas inmunológicas más robustas.
Por ejemplo, grupos como los Xavante y los habitantes mestizos del Amazonas presentan combinaciones genéticas únicas, en la cual los genes indígenas (adaptados a selvas tropicales) se fusionaron con alelos europeos y africanos (asociados a defensas contra patógenos), y crearon un “escudo biológico” que la ciencia apenas comienza a descifrar.
Los científicos se sorprendieron al encontrar que estos grupos no solo conservan el rastro de la migración, sino también mutaciones genéticas asociadas a la resistencia a enfermedades y la digestión de alimentos locales, desarrolladas tras miles de años en climas cálidos.
Lo más interesante de la investigación es que refuta mitos sobre la mal llamada y absurda pureza racial, y muestra que la mezcla genética es, en realidad, un superpoder evolutivo. Entre mayor la mezcla, más adaptado estás para sobrevivir en este planeta.
Enrique Patiño
Enrique Patiño nació en Santa Marta, Colombia, y es escritor, fotógrafo y periodista.
Ha publicado las novelas “La sed”, “Ni un paso atrás”, “Cuando Clara desapareció”, “Mariposas verdes” y ‘Será tarde cuando despierte”.
Ha sido editor y director en medios como El Tiempo, El Heraldo, Revista Semana, Revista Diners. Entre otras, ha sido coordinador de comunicaciones del Ministerio de Cultura, la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo), editor en el Premio Gabo y coordinador regional en Naciones Unidas en temas de migración para América Latina y el Caribe.
Ha colaborado en el Financial Times Deutschland, de Alemania; y en La Razón y Cinco Días, de España. Sus artículos han aparecido en al menos un centenar de publicaciones a nivel global.
Ganó el premio de la SIP a mejor crónica de Las Américas, el premio Deutsche Welle-Semana a mejor reportaje ambiental, y el premio ProColombia a mejor crónica de viajes, además de varios premios literarios.
Su apuesta ha sido siempre en favor de la reflexión y de la transformación a través de la palabra.
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