Otro mundo es posible

Publicado el Enrique Patiño

Natalia Bedoya, pintada de Blues

Martini Blues Cabaret se presenta en el teatro Casa Ensamble de Bogotá, y cuenta con el apoyo de la compañía de danza contemporánea L’explose, junto con actores y músicos, entre otros.

A los 17 años su talento la llevó a Argentina. Natalia Bedoya se había ganado uno de los escasos cupos del musical Fama y viajó a Buenos Aires para presentarse por poco tiempo. Pero el ambiente de la ciudad y un sonido la retuvieron

por cuatro años antes de regresar al país. Escuchó blues, una música que en Colombia no había oído y que le tocó las fibras. “Tomé clases con mis amigas del grupo Black and Blues y aprendí que cantar este género es casi igual a rasgarse el alma”.

Cuando regresó a Colombia surgió la posibilidad de participar en el programa televisivo Pop Stars. Lo hizo, vivió el éxito y el reconocimiento y enfrentó la posibilidad de la fama. Pero era demasiado rebelde para algo tan fácil y demasiado independiente para quedarse con lo obvio. Así que se inventó Emma Project, un trabajo independiente salido de todos los esquemas y auténtico a más no poder, y después de ello creó el proyecto Martini Blues, para retornar a su origen musical y reencontrarse con el género que le permite “explorar el instrumento vocal mejor que ningún otro y darme entera en el escenario”. En otras palabras, se convirtió en dos personajes distintos que le permiten vestirse, peinarse y cantar de forma distinta, y que sin embargo le dan la libertad de salir con su cartera de lentejuelas a tomar un taxi o de caminar con sus tacones de diva por la carrera séptima de Bogotá. “Una vida es muy poco para quedarme en un género musical o para rotularme y volverme esclava de un estilo”, dice.

Como quería ir más lejos, con la complicidad de Tino Fernández y Juliana Reyes –de la compañía de danza contemporánea L’Explose– y con algunos de los mejores artistas del país en distintas áreas, transformó a su proyecto musical en Martini Blues Cabaret, un concepto que se sale de todo lo conocido porque involucra en un mismo escenario la actuación, la danza, la magia, el circo, el estriptis, el tap, el canto y el ambiente de bohemia de los años 40. “Soy independiente completamente y quiero lanzarme a este vacío y luego experimentar con otros vacíos”. Para su fortuna, cuenta con el apoyo de la actriz Alejandra Borrero y del teatro Casa Ensamble, y de un público fiel a sus propuestas salidas de lo común. A ellos les dedica esta renovada versión de sí misma: “El día que muera me llevaré los instantes que les dejé en el corazón a los que me escucharon. Emocionar al público es mi bandera”.

Comentarios