Otro mundo es posible

Publicado el Enrique Patiño

Gabriela Llanos, una novelista con una vida de novela

Gabriela Llanos es una escritora argentina-española que publica en Colombia Viejo caserón de San Telmo, una novela corta e intensa sobre un amor que dejó de ser, pero que crece en su obra hasta volverse entrañable.

Por Enrique Patiño

Su vida es de novela. Ella no lo sabe, por supuesto, porque se jura autora de libros e ignora, como todos los protagonistas de las mejores historias, que su propio destino es digno de escribirse. Se llama Gabriela Llanos, viene de una familia de artistas, es argentina y española a la vez, y se jura nada más que una autora y una periodista radial y de TV. Pero además de haber presentado en la Filbo su libro Viejo caserón de San Telmo, vale la pena primero conocer quién es ella.

Nació en Córdoba, Argentina. Vivió ocho años allí y luego migró a España, pero su infancia estuvo impregnada del espíritu de su padre, Percy Llanos, un periodista muy importante de la radio de Córdoba que dirigió el programa de radio El discotecario de la noche, el cual marcó una generación gracias a su programación musical mezclada con poesía y literatura. Del otro lado estaba su madre, una española de Andalucía, que fue actriz y se dedicó a hacer teatro junto con su tío Carlos Giménez, quien montó el grupo El Juglar y luego fundó en Venezuela la compañía Rajatabla, que además hizo historia en el vecino país y en las tablas de Latinoamérica.

En pocas palabras, el arte la rodeaba y ella la respiraba en cada bocanada de su recién inventada vida. Por eso se mueve como pez en el agua entre las culturas gaucha e ibérica. Por eso estudió Ciencias de la información en la universidad Complutense de España e hizo maestrías en radio y en televisión, porque la radio estuvo presente desde sus primeros años y la comunicación y la presentación eran inherentes a su ser.

Por eso, también, acompañó como road manager a decenas de artistas célebres cuando en España sus padres fundaron una empresa de producción de espectáculos y contrataron giras de artistas como Marcel Marceau, Facundo Cabral, Mercedes Sosa, Sara Baras, Antonio Canales o el Teatro Negro de Praga. Por ello viajó mucho, conoció países como Colombia, compartió con artistas toda su vida y acompañó a fenómenos como Soda Estéreo. “El arte era parte de mi vida. Me educaron la sensibilidad hacia el arte, la música y la literatura desde pequeña y eso determinó lo que sería”.

Por eso, por supuesto, escribe.

Por supuesto, ha trabajado en prensa, radio y televisión como TVE, Radio Nacional de España, Telemadrid, Cadena Ser y La W, con Julio Sánchez, donde creció como reportera, aprendió a improvisar y cubrió un Mundial de fútbol. “Me gusta muchísimo la radio; la llevo en los genes por ser el medio más cercano a la gente”, agrega. Su programa Treinta… y tanto, fue su experiencia más feliz porque “destripaba la actualidad con un punto de vista femenino y mucho humor”. Allí aprendió algo que aplicó luego en la literatura: “Pasármelo bien para que los demás se sientan igual. Igual que la escritura. Si no te gusta lo que escribes, no va a funcionar nunca”.

Ahora vive Puerto Plata, República Dominicana, dicta clases de escritura creativa y acaba de presentar su libro Facundo Cabral, crónica de sus últimos días, que narra cómo a su padre le tocó acompañar al artista argentino en su muerte fatal en Guatemala cuando fue asesinado. “Mi madre había fallecido dos meses antes y mi padre decidió hacer una gira con Facundo y volver a trabajar para pensar en otro tema. Mi padre vio cómo se fueron rompiendo todos los vidrios del coche y cómo la descarga alcanzó a Henry Fariñas y una bala perdida a Facundo. La terapia familiar para sanarnos fue este libro”.

El arte no abandona a esta mujer cuya vida es una novela en sí, llena de bemoles y siempre en movimiento. Justamente con su última novela, Viejo caserón de San Telmo, publicada por la editorial Cangrejo, vino a Colombia a promocionar su nuevo trabajo.

“El Viejo caserón de San Telmo es una historia que trascurre entre Madrid y Buenos Aires. No tenía el tema, ni la idea, ni la trama. De un momento a otro, todo llegó. Comencé con la frase Aldo Canessa se cebó dos mates… y empecé a narrar a este personaje entrañable que ve la vida desde la barrera y sabe que nunca será protagonista”. Su historia es la de un amor frustrado entre un idealistas y una artista de teatro, basada en su madre, y cómo sus hijas, muchos años después, vuelven a Buenos Aires desde España para reencontrarse con la historia familiar oculta.

“Un médico me dijo que los siete primeros años de la vida determinan tu nivel de calcio. Eso pasa también con la vida emocional. Y esos primeros años míos pasaron en Argentina. Ahí se marcó mi mapa emocional, la música, el carácter y mi sentido del humor”. Por eso, Gabriela se mueve entre ambas culturas y acentos, y refleja ambos estilos de vida con fluidez en esa novela corta que es, en realidad, una historia de amor intensa que fue y dejó de ser, que va creciendo hasta cambiar a todos sus protagonistas, años después.

Siempre me han interesado los momentos importantes que no puedes percibir mientras están ocurriendo y que te cambian la vida luego. A mí, la historia de Emiliano Duarte me parece fascinante porque era un idealista que nunca participó de la lucha armada ni usó una pistola. Su arma era el teatro, y Eva Olivares lo acompañaba en eso que parecía un juego y que les cambia la vida. Si tuviese que definir la novela, sería que es una historia de amor enorme que hizo que ambos protagonistas cambiaran su vida para proteger al otro. En Viejo caserón de San Telmo, el amor es tan importante que prefieres cambiar tu vida para salvaguardar al otro”.  Esta historia de amor, reconciliación, familia y segundas oportunidades con esta mujer cuya historia merece ser contada, será una de las novedades de la FIlbo en sus 30 años.

 

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