Ojo de pez

Publicado el Mónica Diago

Definir el cine con Enrique Carriazo

 Quizá todos los actores de Siempre viva, la ópera prima de Klitch López, se destacan en medio de un guión muy bien logrado, que no deja escapar al espectador de la historia ni un minuto. Pero Carlos, el personaje de Enrique Carriazo, es trascendental. El actor cuenta cómo llegó a esta construcción y qué significa el cine para él.

8Enrique Carriazo, Carlos

Enrique Carriazo, protagonista de la película Siempre viva.

Por: Mónica Diago Rivera
@monicadiago

Enfrentarse a una película donde cada personaje tiene un problema grave, un ahogo que en ocasiones parecer tener una cura pequeña, pero no es más que la ilusión del espectador que espera un final alentador, es entrar en una secuencia de sentimientos que se mueven entre la risa y el llanto. O que las combina en menos de un minuto.

Siempre viva, la película de CMO basada en la obra de teatro de Miguel Torres, reúne a un grupo de inquilinos de una casa que se destruye de a poco con el estallido de los disparos y las bombas del Palacio de Justicia. Afuera de la casa azul el M19 irrumpe intempestivamente en el recinto de la Plaza de Bolívar. Adentro los seis habitantes de la residencia batallan contra sus frustraciones,  sus secretos y sus vecinos.

En el grupo sobresale un prestamista rígido que no perdona a nadie, ni siquiera al que parece más arruinado. Es Don Carlos, interpretado por Enrique Carriazo, uno de los actores y profesores más destacados del país. A la casa de Enrique llegan los artistas cuando deben preparar un personaje específico para un casting o para un trabajo urgente. Él los ubica y los entrena con su método. Enrique es un actor empírico, no pasó por una universidad  o una academia de arte. Aprendió por su cuenta y desarrolló una técnica propia para imprimirle carácter a sus actuaciones. Consiste en encontrar  en un solo personaje dos ideas opuestas, que luchan por sobreponerse. “Usualmente el actor trabaja en un solo sentido, una sola fuerza, pero si algo carece de la otra fuerza no tiene equilibrio, es un reflejo del ser humano, somos seres de sentimientos opuestos” dice Enrique para esclarecer un poco por qué me rio y después lloro viendo la película. Por qué este no es un país serio.

Para imprimirle la fuerza que necesita su personaje Enrique trabajó buscando esos opuestos en el personaje de Andrés Parra, un payaso brusco y obstinado llamado Sergio, con el que pelea todos los días, “trabajar con Andrés fue maravilloso porque colaboró con el experimento que le propuse, me copió perfecto”, afirma. Así mismo actúa con todos los artistas que lo buscan para que les ayude a construir un personaje. La actuación es el oficio del que se enamoró hace más de 20 años, y el cine la terapia que lo libera cada vez que necesita encontrar respuestas.

“El cine funciona como una solución a un conflicto que tiene el espectador. Ver los problemas reflejados en otro tranquiliza. Cuando uno lo ve afuera, en otra persona piensa: ah, a mí no es el único que me pasa y eso es alentador. Y si a partir de ahí la película presenta una solución al conflicto, entonces mucho mejor, por eso los finales son tan importantes porque uno todo el tiempo se está preguntando ¿cómo se va a resolver la situación?”, cuenta y pone un ejemplo preciso: La tierra y la sombra.

“Ahí están planteando el problema de ¿qué pasa si no me despego de mi madre? La película lo responde: se muere. Entonces, si uno está en una situación parecida justo cuando ve la película puede tener luces de cómo debe resolver ese problema. Si todo el cine colombiano está así como esa película entonces estamos muy bien”, apunta.

El cine es una terapia. Me quedo con esa frase de Enrique porque es justamente el copy de este blog y ¿cómo desaprovechar a un posible terapeuta? Procedo a hacer una sesión de terapia con el actor. Me pide que le revele un problema (le cuento la situación que justo me afecta en ese instante, con mucha sinceridad) y él me recomienda una película para colaborar con la decisión que yo debo tomar. Irina Palm, la cinta que narra la historia de una mujer adulta que se gana la vida masturbando a extraños por un huequito que le permite mantenerse incógnita. La mujer, de manos prodigiosas, empieza a hacerse la más apetecida y eso la sitúa en un dilema moral que no puede calmar con el dinero que gana. No me malinterpreten, ni malinterpreten a Enrique, la recomendación va más direccionada hacía los moralismos y el “qué dirán” que hacía el oficio de Maggie, la protagonista y su relación con mi problema.

Quizá Siempre viva, la película, sirva entre otras cosas, para recordar uno de los sucesos más dramáticos de la historia del país, aunque no es el cometido de sus creadores, cada espectador tiene una mirada diferente, según el ánimo que tenga en el momento de sentarse frente a la pantalla.  A mí me conmovió profundamente el micro drama de cada personaje; el sufrimiento de una madre que desconoce el paradero de su hija y la sigue esperando, la impotencia de un payaso que no sonríe con verdad, la desilusión de un padre deprimido (Don Carlos) que no puede confesar su mal. Las frustraciones del ser humano reunidas en una misma casa, alentadas por una sola esperanza que desaparece.

Se estrena este jueves, 1 de octubre.

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