Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

«Yo me arrepiento»

Por: Elizabeth Pérez P.

En el ambiente se siente un olor a guerra, esa que Colombia quiere superar, y la gente la percibe, quizá porque la experiencia o el sentido común le advierten que esas maniobras diplomáticas son la antesala de un estruendo de fusiles.

Ojalá no sea así, y solo se trate de una charla colectiva improvisada en un bus de transporte urbano, en donde la espontaneidad mañanera hizo brotar los temores acumulados en cada uno de nosotros ante tanta ignominia vista y sufrida en medio de una guerra que por lo menos con uno de sus protagonistas, las Farc, ya vio su fin.

Una animada conversación entre los pasajeros del bus me devolvió la esperanza. Supe que empieza a ser posible en Colombia, por lo menos en Pereira, hablar sin tapujos de los actos de gobierno, de posiciones políticas, sin temor a ser señalado con el dedo acusador de quienes consideran que pensar distinto a quien detenta el poder, es inadmisible.

Ninguno nos conocíamos, y sin embargo, nos convocó a hablar una mujer venezolana que lamentó a su compañera de viaje, una señora de edad avanzada, lo que sucedía en su país.

De pronto, otra persona alzó la voz y dijo: “lo que nunca imaginé es que Duque saliera con eso de apoyar la guerra en Venezuela”, comentario que de inmediato alentó a otro pasajero a decir fuerte, volteándose hacia atrás, para asegurarse mayor audiencia: “Es la primera vez que voté, y me arrepiento. Haberle dado el primer voto de mi vida a Duque fue un error, mire ahora con lo que nos sale. Lo que pase en Venezuela lo sufriremos también los colombianos”. Y casi en coro se oyó: “Sí. A nosotros también nos tocará lo que pase en Venezuela”.

Una señora, con voz un poco más pausada, intervino: “Eso lo sabíamos. Es lo que decía , pero parece que no entendían, y vean ahora, no se lamenten”.
Entonces, el mismo señor que habló antes volvió a arrepentirse de haber dado el primer voto de su vida, de estrenarse así en la democracia. El bus seguía su ruta sin ningún contratiempo. La charla seguía sin que ninguno de los viajeros increpara al otro por lo que decía. Fue una especie de consenso tácito –algunos no modularon palabra-, sobre las diferencias de opinión frente a las decisiones que ha tomado el gobierno nacional en los últimos días con respecto al vecino país.

De mi parte, no me arrepiento, pues mi voto fue y será siempre por la paz, por la convivencia, por la transformación de Colombia en un país en donde sea posible vivir y soñar.

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