Ya no será más lunes

Ya no será más lunes, ni volveremos a levantarnos con angustia antes de que las frutas frescas envejezcan.

No abriremos nuevos espacios en los armarios vacíos para que duerman los gatos, ni purificaremos las entradas con velas, ni habrá más quemas de equinoccios.

Todo está hecho polvo. Yo estoy hecha polvo.

Retumba en mi la idea de cómo sobreviviré sin ver tus blancos pies al borde de la cama, tus pasiones colgadas en la pared, o el entusiasmo medio dormido, antes de recibir tu primer abrazo de la mañana.

No sabía que el préstamo divino era tan corto.  Ya le habíamos visto la cara al pasado y transformado nuestras idealizaciones; los ojos sin maquillaje en el espejo y los planes por hacer.

Pero ahora me obligan a tener un paso menos del camino. 

Ya no será más lunes y no veremos los otros que fuimos: convulsos, explosivos, pasionales entregados a las causas injustas.

Ya no veré más tu ropa roja colgada y los recibos de pago sobre la mesa. Ahora mismo no soporto tener que revisar tu sonrisa en la última fotografía que te tomaste, porque tampoco volverá el tiempo de recoger las hojas secas y mojadas por la lluvia.

Atrás quedó la montañita de cenizas que apagamos con agua antes de dormir.

Ya no será más lunes, y no olvidaremos cerrar el grifo, apagar las luces y rezar la oración de protección; ni contestaremos cartas con respuestas formales que ocultan el grito para despertar a los inconscientes.

Aún no te vas y algunos me dicen que con el nuevo sol, volverás en forma de pequeño colibrí.

Llegará el martes y seguiremos siendo los valientes que confían en sí mismos, porque saben que las almas sensibles desbaratan implacables capas, se sacuden, se alientan, se salvan porque se encuentran en el recuerdo de todo que vivieron juntos.

Entre nosotros no hay hasta siempre, aunque ya no hayan más lunes.