Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

Viejas cartas de amor

 

carta 2

Carolina Rodríguez Mayo

Sin miedo a equivocarme diré que una de las cosas más tristes que puedo leer son las viejas cartas de amores fallidos.

Letras manchadas de esperanza muerta, melancolía y desilusión que traen consigo recuerdos, a veces amargos y a veces, dolorosos. Cartas que pretendían persuadir, enamorar, o reiterar, terminaron siendo sólo tinta sobre papel.

Debe ser que así funcionan la poesía y el amor. Nacen con un gran ahínco y mueren en llamas de una agonía que parece eterna, que en retrospectiva fue sólo un instante.

Al leerla de nuevo, recordé la flama inicial, la fascinación por tu piel, por tus besos, por tu compañía. Aquella carta era una muestra tangible de ese amor que llamabas inefable.

Pensé en todas las cartas como almas atrapadas en el limbo, las cartas viejas, de amores viejos; cartas de amores imposibles o de amores traicioneros. Pensé en todas esas palabras que terminaron desangradas dentro de algún cajón.

Recordé lo mucho que nos gustaba hablar del amor, y esos instantes en los que escribimos, así, grandilocuentes, cursis o empalagosos, en un ejemplo irrefutable de lo inocuo del lenguaje cuando intentamos abarcar la pasión que despertaba.

Una vieja carta de amor, difícil de leer.  Una ventana del pasado que se asomó para replicar algo que otros repiten, quizá al nacer, tal vez al morir.

 

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