Cristian C. Álvarez
Justo esa mañana desperté con un dolor muy grande en el pecho, comparable solo al de la traición y la decepción juntas.
Había demasiada sangre en mis manos y mi mente estaba más que dispersa como para recordarlo.
¿Acaso mi cordura ha desaparecido totalmente y me ha traicionado?
Sabía que estaba destinado a morir. Fijé mis ojos sobre el pecho buscando el origen del dolor. Encontré que era un cuchillo de cocina apuñalado en mi pecho. Sentía cómo se deslizaba poco a poco mi vida.
Aún no comprendía cómo podía pensarlo, ¿cómo podía simplemente seguir vivo y no recordar nada?. Cómo podía contener tanta incertidumbre en mi mente en ese momento.
Siempre imaginé la muerte como un pensamiento efímero. Quizás una palabra retumbando en nuestros oídos por la eternidad y rogando ser recordados por las buenas personas.
Estaba seguro de que no era algo natural. Estaba muriendo pero no era eso solamente. Era un dolor más grande que el cuchillo conteniendo mi muerte.
Era simplemente la razón por la que lo había hecho. Un claro suicidio. Una razón que había rondado mi cabeza por meses y que justo en ese momento no podía recordar.
Dicen que muchos toman la decisión de cómo ejecutar su muerte dependiendo del dolor que los aflige.
¿Era eso un dolor?
¿Que podría ser?
Muchas personas obtienen la idea de dispararse en la cabeza como penitencia a sus pecados. Otros, de tirarse de un risco para sentir un vuelo de adrenalina y alejar sus ideas; unos cuantos en buscar la somnolencia para olvidar sus tormentos, poco a poco, con pastillas y otros medios.
¿Por qué? ¿Por qué lo había hecho en el pecho?
¿Qué dolor podía ser tan tormentoso?
Habiéndose escapado de mi todas las posibilidades, sabía muy dentro de mí que era el amor. Era algo tan trascendental.
El amor, que es un dolor comparable a la pérdida de un ser para siempre.
Momentos que simplemente nos recuerdan épocas mejores e ilusiones que ahora son simplemente crueles.
Estaba sosteniendo una espera que perduraba por años. Una espera que desgastaba en mí, más que simplemente esperanzas vacías, lágrimas olvidadas.
Era eso que solamente unas pocas personas comprendemos. Desesperación por morir por dentro, locura que llena nuestra mente poco a poco haciéndonos creer que es una pesadilla que puede mejorar.
Estaba justo ahí en mi corazón. Todo lo que poseía y nunca más volvería. Recuerdos que simplemente apuñalaban mi corazón mucho antes que este cuchillo.
Algo era cierto y es que prefería un solo dolor.
Un dolor más grande que todos los anteriores, un dolor para olvidar todo lo que estaba pasando justo cuando los segundos eran más largos y mi vida se acercaba más a su fin.
Estoy muriendo por dentro y esto es solo un pequeño empujón. Solo eso. No he muerto porque mi corazón ya no está ahí.
Más de lloronas de abril en https://www.facebook.com/lloronasdeabril
Fotografía tomada de
http://www.taringa.net/posts/imagenes/13621220/Arte-Surrealista.html