Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

Una carta al viento

Por: Adriana Patricia Giraldo Duarte

Soy la voz que quieres escuchar desde hace 23 años.

Me agrada nombrarte de nuevo, Edna.  Susurrarte y volver a firmar las pocas cartas que me dejaron escribirte a contratiempo, repetirte aún que no debes estar triste o afligida.

Estoy en el mismo punto oscuro al que nos arrojaron, y aún así, tengo la capacidad de recordarte bella y sonriente, con pequeñas flores blancas en tu cabello, en el brindis de nuestra primera noche.

Te extraño tanto, incluso con la misma intensidad en que lo hacía, antes del momento en el que nos separaron.

La vida sabe que estamos destinados una y otra vez al reencuentro.

Tu, tan decidida y amorosa, con el ímpetu eterno de la juventud. Yo, con la valentía que inventé para aplacar tus decisiones.

Nada tengo que perdonarte. Nada tenemos que perdonarnos. Nos cruzamos en un tiempo violento y decisivo que limitó nuestras caricias, pero jamás les restó fuerza y sinceridad.

No tenías que escribirme más de una carta, Edna.

Siempre supe de la lealtad de tu corazón, del respeto por los sueños privados que construimos con entusiasmo, del poder desbordante de tu solidaridad.

Lo sigo sintiendo cada noche, cuando paso en las noches a verte por la ventana.

No fue ceder. Yo sé que tuviste la gran capacidad de pensar en los dos, y a la vez en los demás.

Esa fuerza a distancia iluminó todos los instantes en que fuiste amor puro en medio de los pensamientos que no me dejaron desfallecer, en noches agobiantes, de ruidos ensordecedores, de miedos que hubiéramos podido calmar solo con un beso.

23 años después, también te extraño.

Escribo ahora esta carta al viento, justo cuando oigo las voces de quienes vivieron la despedida, y sé que ha sido la magia de este camino sin medida, lo que nos mantiene unidos, y  la única forma de apaciguar el peso de los años.

Te cubro las lágrimas, aunque no me veas.

Vigilo tus pasos e intento alegrar tus movimientos.

Te respiro y me fortalezco en el olor a felicidad que me dejaste, sabiendo que nada podrá separarnos, porque tu voz fue siempre esta carta que hoy llega a ti para que no olvides quiénes fuimos y qué somos.

Tu voz, nuestro viaje y los grandes momentos de felicidad.

Recibe mi carta. No podemos decir adiós a quien se queda en la memoria.

Mereces días de sol.  No más tormentas, mi amor.

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  • Para Edna Rubio

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