Por: Laura Castro
Lancé palabras sin apuntar a un blanco.
No hay razón en la desolación que causan los impulsos.
Cada una rasgó el viento que compensaba mi alma
y el sentido de la muerte entretejió amargura y omisión.
Amor mío…
no me abandones en la duda,
ni confundas con pueril amparo la confusión del corazón.
Porque solemos jugar con lo más valorado,
cuando se hace fuego el proyectil de la razón.
Amor distante,
tras mi puerta toca la melancolía de tu ausencia,
complaciendo el ruego de una mente confundida
que en actuar egoísta a sí misma se hirió
¿Acaso que saben de tino las palabras que van sin dirección?
Amor perdido,
con igual egoísmo te reclamo hoy,
que vuelvas si tanto me quieres,
que olvides las palabras sin el viento a su favor.
Ese viento que serena el silencio
y no beneficia la llama que aun guardo yo.
Mírame, amor mío…
Solo vuelve y mírame.
Apunta al blanco
y lanza, mi amor.
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