Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

Tinder, miel sobre hojuelas

Por: Diana Marcela Taborda

Todas las historias de amor tienen algo en común: cuando empiezan no sabes si será algo pasajero o se convertirá en el amor de tu vida. Aunque seas fiel creyente del amor a primera vista, en realidad no tienes la certeza de si ese «flechazo» funcionará o sólo es un enamoramiento momentáneo.

Mi historia de amor no es la excepción. Cuando conocí al que sería mi novio no tenía ni idea de lo que nos deparaba el futuro. La diferencia es que a este chico no lo conocí en una fiesta, una cafetería o un concierto. Lo conocí en Tinder.

Sí, utilicé la llamada «aplicación de los matches» para encontrar el amor y no me da vergüenza reconocerlo. ¿Por qué habría de sentirme mal? Vivimos en una era en donde la tecnología está presente en nuestras vidas y utilizar una app de ligue no significa que haya algo malo contigo, sólo es un método más para conocer personas. (Aclaro esto para los morrongos que la critican).

No voy a decir que todo fue miel sobre hojuelas al utilizar Tinder, también hubo momentos poco afortunados: como toparme con hombres deshonestos (con novia, casados, fingiendo ser otro tipo de persona), los «photoshopeados» (típico que los conoces en vivo y no se parecen a la foto que usan en la aplicación) y los que piensan que por usar este tipo de aplicaciones estás desesperada por salir con alguien y tus estándares de ligue son bajos (no caballeros, usar Tinder no es sinónimo de conformarte con cualquier tipejo).

Tampoco dejaré de lado el tema de la seguridad. Por mucho que intercambies mensajes y llamadas, salir con un chico que conociste en una aplicación implica un riesgo (mayor que en una cita a ciegas), pues nadie te garantiza que sea una persona decente.

Y aunque existe la posibilidad de que te topes con un loco, eso también puede ocurrir en la vida diaria. El punto es seguir algunas medidas básicas de seguridad para no exponerte demasiado: citarse en un lugar público, avisarle al menos a una amiga en dónde y con quién estarás, llegar antes de la hora para verificar que él llegue solo, etc.

Pero regresando al tema del amor… usar una aplicación para conocer personas no es nada del otro mundo. Puede ser una experiencia positiva o no tan afortunada, pero en la mayoría de los casos resulta divertida, casi tan divertida como la reacción de algunas personas cuando se enteran de cómo inició tu relación, parece que les dijiste que conociste a tu pareja en Marte o que la hallaste debajo del árbol de Navidad.

Muchos dicen que la posibilidad de encontrar el amor verdadero por este camino es de una en un millón, así que me siento muy afortunada de pertenecer a ese 1 % de personas a quienes Tinder sí les funcionó. Mi relación es tan buena como cualquier otra y el hecho de que haya comenzado con un «match» no la hace extraña ni superficial. Yo conocí a mi novio en Tinder y definitivamente no me arrepiento.

Si llegase a fallar no es culpa de la app, es culpa de quienes no la sepan manejar, pero ese riesgo se corre conociéndose donde se conozcan. Tinder además en 4 años usándola, me dio relaciones fantásticas, uno o dos pelmazos y amigos geniales.

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