Por: Érika Ortiz Sahamuels
Si queremos huir del caos que nos permite indagar acerca del cuestionamiento de nuestros sentimientos, podríamos pararnos a mendigar atención a nuestros pensamientos, aunque la idea de mendigar jamás será aceptada, mientras haya esperanza de sobrellevar la partida y la llegada.
Alejándonos del dolor causado por la decepción, detectaremos un profundo amor que nos observará desde el resplandor para el gran acercamiento al corazón.
El querer y el poder siempre mostrarán sorpresa al decaer, pues en ese mismo instante nos daremos cuenta de la fuerza y de la gran alegría que nos permite ver llover, apreciar con nuestros ojos montones de cascadas para aliviar en profundidad nuestro más colorido mar y ser.
¿A quién le gusta caer? No hay voluntario para tan arriesgada tarea que nos hace enloquecer, pues solo quien desee volver, tendrá la valentía de ir a tan nostálgico proceder.
De un lugar a otro el momento se hace redondo. Donde empezamos ayer, quizás y con mucho recorrer, llegaremos hasta el inicio y el fin de ese capítulo, donde podremos sostener qué felicidad se siente volver a nacer.
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