Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

El sendero de tu cuerpo en mi piel

Por: Liliana López Restrepo

Trataré de hilar palabras con sentido.

En un tiempo, no paralelo, las despojo.

Observo mis dedos entrelazando tus cabellos. Mis labios buscan suavizar los cuerpos, empañando un ciclón de pensamientos.

Con absoluto delirio, no tengo más remedio que sucumbir a ti.

Haces de mi cuerpo algo perfecto, en un encuentro de almas conectadas con las horas contadas.

Me pregunto si existe una palabra que abarque todo lo que siento.

En la penumbra de tu ausencia, aprovechan las sombras, y sigilosas rondan las noches largas y vacías. Después de ti brota el alba regeneradora, descubriendo tu cálido ser, irradiando magníficas tonalidades violetas.

Cuando digo que será la última vez, mi racionalidad se debate entre lo que  debe y lo que quiere, sin medir el intrincado rumbo hacia lo correcto.

¿A los ojos de quién? Mis miradas están grabadas en tu piel.

Antes de ti eras el pequeño anhelo del regalo perfecto. Ahora eres el deseo incontrolable, incontenible, intransigente, inmensurable; un ser radiante e inspirador.

Cómo determinar cuántos amaneceres y atardeceres debo esperar sin alcanzar la locura, para conquistar el anhelo de entregarte la energía orgiástica de la posesión.

¿Quién como tu para comprender mis ecos tentadores, acústicos, sensuales, febriles, que abastecen la más conscientes de las formas codiciosas de reconocer el alma que algunas veces tiño de un tono gris?

Mi alma se abate en tu ser evocando tu deidad. Observo tu sonrisa a medialuna. Intento moldearme en tus brazos y te beso extasiada como si el mundo fuera a expirar.

Intento comprender por qué tenerte cerca aviva el perfume de los sentidos y temo reconocer las últimas horas en tan ambigua vida.

Poco a poco trazo tu silueta en el oscuro silencio de una habitación clandestina. Nos quedamos cortos de caricias, acoplamos el aroma impregnado en nuestros cuerpos y pasamos siempre a lo complejo.

¿Quién como yo para entender tus silencios? Me sumo a la no reconfortante realidad y deseo en lo profundo de mi ser, la próxima ocasión.

Cuando vengo de amarte y es difícil regresar de ese viaje, escribo sin práctica, sin técnica.  Escribo sin miedo, con un encendedor en la mano, para que comiencen a arder los poemas que aún no quemé.

Vuelvo ilesa, ilusa, deseando saber que piensas en mí, avivando los sentidos en el parpadear de mis ojos, con los rasgos de una sonrisa, o al menos, con lo que queda de ella.

Que no me vendan la idea del amor exprés, cuando saber lucharlo es la condición que aún no ha cambiado. Tu eres la razón por la cual me aferro a esta vida, a veces sin gloria.

Llevo tu sonrisa en mi mente y el sendero de tu cuerpo en mi piel.  Mi alma tiene la silueta de una flor en medio de la nieve, que sobrevive con el calor de tu mirada y pacientemente anhela ser eterna para ti.

Comentarios