Por: Daniel Gaitán
#LloronasDeAmoryDesamor
Ya aprendí que llorar no tiene caso, salvo que lo haga por el gusto que a veces trae consigo la melancolía.
Ya me llené de ilusiones y recogí los pedazos de un corazón destrozado, porque estar ilusionado es lindo y hay que tener al menos los pedazos para poder hacerlo de nuevo.
Ya creí firmemente que no podría recobrar el ánimo, y sin embargo aprendí a sonreír en las tinieblas.
Ya amé apresuradamente y también me esforcé para amar a fuego lento.
Ya superé la traición de quienes más amaba y aprendí a perdonar y a comprender por qué lo hicieron.
Ya organicé mi vida cuando todo parecía un desastre y logré sentirme satisfecho al final de la jornada.
Ya conocí el invierno oscuro de ser olvidado cuando uno todavía está amando, y así aprendí a soltar los arraigos que me ataban.
Ya constaté que sí existe lo increíble y que se puede creer en lo inexistente para ayudarse a vivir-
Ya recogí la cortina para divisar el mar y cerré la ventanilla del avión para ver la televisión.
Ya canté con susurros bajo las estrellas y grité a las montañas que estaba cansado.
Ya amé y también sufrí y reí. Y alguna vez vi como la neblina gris me arrebataba el paisaje de la esperanza.
Ya me abrigué con el calor de las tasas de café mientras contemplaba la lluvia en algún resguardo de la selva.
En fin, confieso, y no me arrepiento de ello, que a veces quise cerrar el cuaderno para siempre, pero objetó la calma en buena hora.
Y es seguro que otras veces sobrevendrá la injusticia, la traición, el desacierto. Pero ya estuve ahí alguna vez, y puedo levantarme de mi asiento para gritarle al desesperado lamento de mi alma, que también pasará, igual que el resto.
En abril, envía a nuestro blog, episodios de amor y desamor. Los espero en [email protected] y na[email protected]
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