Por: Federico Arteaga C.
26.03.2KX5
Tu turno de matar una década frente a nuestro ajedrez
Sin mover una pieza.
Y todos los poemas gritados
Apenas si mueven la melena de la cebada.
Y todas las promesas de violencia
Marchan vacías por los corredores de un cementerio con los ojos cerrados.
Como si estuviéramos en casa,
El tiempo guarda tu nombre en los trastos viejos;
Y en las sombras y en los ecos se derrite de a pocos tu recuerdo.
Las trajinadas salas de ese sitio
Donde todo es vendas y mordazas;
La frontera inquieta dibujada por un mal vecino,
El calor marchito de un sol que brilla dando la espalda.
De pasajero a peregrino,
A surco
En un mar que nadie navega hacia un puerto feliz.
Ahora deja entre zarpada y despegue tus llaves,
Tu aliento,
Tus pies.
Y parte sin piedad hoy
Como todos los días
Desde que te fuiste.