Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

La promesa

 

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En honor a los valientes Jero y Lela.

Y yo que pensé que los deseos de mi caja de sorpresas te iban a durar hasta el día en que el destino nos dejara ver cara a cara en el futuro soñado.

Creí tantas veces que era suficiente rozarte del dedo meñique y asfixiarte con tempranas ilusiones.

Nos dijeron una y otra vez que los fantasmas se disfrazarían de imposibles para funcionar como vampiros cuando estaban listos a instalarse en la oscuridad de los absurdos miedos humanos.

Yo creí que el tiempo se iba a detener en tus risotadas de niño travieso y que mis exageradas pretensiones de verte tan cercano, cobrarían movilidad muy por encima de los deseos de quienes dijeron que eras incapaz.

Les parece que nos ganó el desánimo.  El dolor en los poros y el ahogamiento de una pasión que apenas empezamos a describir.

El cielo me había dicho que teníamos licencia y yo alojé en mi corazón tu último suspiro, como mi mayor tesoro de convicciones sobre el después.

Me lo prometiste.  Me diste oportunas lecciones cuando vivimos los mejores aprendizajes: soltar para abrazar el siguiente minuto; agradecer los símbolos y las señales que se desdibujaron en las paredes; ahogarnos en llanto cuando la gratitud se camufló con mentiras ajenas.

Firmamos un contrato de exclusividades y te escrituré mis vigencias del adiós, a sabiendas de que solo tú nombrarías nuestra promesa en el camino del afecto.

Cuando vuelvas en sueños, a pedir explicaciones del efecto de estas decisiones, también voy a salir a susurrarte que el éxito del paso siguiente es y será involucrarse sin restricciones.

Te vas; decidimos abandonarnos ya.

Regresa esta noche, amigo. Vive sin miedo a ser feliz que solo los dos entendemos la dimensión de esta promesa.

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