Por: Andrey Gutiérrez
Y en un cálido momento para la multitud, el frío arrasador de la soledad se apoderó de su cabeza. Nublados pensamientos trataban de llenar el vacío que llevaba consigo; ese mismo que nada, que nadie logra subsanar.
Late lento su corazón como si quisiese entregarse.
Sentimientos sombríos se adueñan de su espíritu y las fuerzas parecen abandonarle. Respirar duele, recordar duele, pero al igual que el más diestro payaso, sabe que el show debe seguir.
Gritos de júbilo a su alrededor contrastan con los desgarradores aullidos de su silenciosa alma. Fingir es su única arma mientras lucha por no quebrantarse ante su verdugo.
Escucha que el tiempo cura, pero en su ensimismado diálogo se cuestiona si es que su tiempo no pasa.
Clama, clama con silenciosos pero dolorosos bramidos, clama cual perro por la mano del amo que en ocasiones le maltrata, pero en otras con escaso alimento le vende la falsa ilusión de cariño.
Respira hondo, el reloj no avanza.
Enmascara sus pugnas internas para volver a la más cruenta batalla que ha librado. Una donde las heridas son agónicas mientras paradójicamente el tiempo se hace eterno.
Más de Lloronas de Abril en
https://www.facebook.com/lloronasdeabril/