Tatiana Cardona López
Suspira, cierra los ojos y decide enamorarse.
Aunque esos miedos parezcan superiores a los de él, los encierra con una llave perdida y vuelve en sí.
Se pregunta -imposible no hacerlo en su femenina condición-
Se ilusiona, con la facilidad con que él le confiesa que tiene sentimientos, y se aferra a la posibilidad del amor.
Decide escuchar su corazón y darle la espalda -solo por esta vez- a la incoherente ruta que la razón sugiere.
Sueña con entregarle todo, despojarlo de sus temores, abrazarle las dudas, crearle la necesidad de salir de sus refugios intelectuales y abrirle la puerta.
Cuando la cercanía se deleita de una forma tan natural, cuando los minutos se vuelven simples exhalaciones, cuando se confiesa entre canciones un sentir profundo y sincero, la puerta tiene que abrirse, debería abrirse, es necesario que se abra.
Sonríe con una ilusión casi adolescente porque sabe que es el comienzo de una historia, y este guion, el que anhelaba ser escrito.