Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

De Angélica y la bondad

Para la niña libre y bondadosa.

Si se nos olvida quiénes somos, Angélica, recuérdanos los días en los que regalaste bondad y esperanza.

Vuelve a mirarnos y dinos que no podemos traicionar nuestra memoria, que jamás seremos producto del absurdo, ni de la desmedida ambición regada por los ojos de los que apabullan corazones sanos.

Cuéntanos que un día fuimos las desconocidas que creían en la luz de las pequeñas acciones, y luego las amigas para las que no existen divisiones, ni odios, ni las excesivas brutalidades de quienes tienen una forma tan particular de sacar a los demás del camino.

Repítenos, más bien, el comentario preciso para creer con Fe, que soltando Dios no abandona ni a los traidores.

Vuelve a dormir con nosotras en ese rincón oscuro del infierno, para despertarnos en la mañana con una cálida calma, a veces irreal, a veces cercana al futuro que nos une desde el día en que quisieron despojarnos de nuestra propia conciencia.

Mira hacia atrás para recordar que las mujeres vanidosas se peinan con cepillos de figuras de París, se pintan las uñas en los calabozos y son capaces de conversar y agradecer antes de ir a dormir.

Si se nos olvida quiénes somos, Angélica, di que los pasos que nos trajeron hasta aquí rememoran lo inventado para salvarnos de los desquiciados, pero sobre todo, vuelve a leernos la frase de Beethoven: “el único símbolo de superioridad que conozco es la bondad”.

Dinos que solo allí celebramos jamás perder el bien que hacemos, y que adentro tienes una burbuja de jabón liviana que hace rato dejó de ocuparse del peso devastador de la realidad inmediata.

Si se nos olvida, Angélica, dinos que todos tenemos adentro un poco de tu bondad y una pizca de felicidad, que hoy es un día soleado para celebrar tu vida.

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