Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

Amor apretujao

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Por: Jesús Rafael Baena Martínez

Prensado en la quietud ahogaba sus penas.  Trataba de desprenderse de ellas.  No toleraba su presencia y a patadas las sacaba, aunque luego volvían a reinstalarse, pero recibían la misma medicina hasta morir aplastadas por el olvido; que no es tal, pues en la memoria quedan guardadas para cuando se necesite volver a salir, a seguir molestando o resanar las heridas, o quizás para simples conjeturas de vivencias pasadas y el análisis resultante de éste razonar, si es prolijo y exquisito, si le dará la sensatez de la madurez.

Su tendencia melodramática y actitud pendenciera lo iban llevando al borde del abismo.

Además de mujeriego empedernido, había tenido muchos enfrentamientos bélicos. Dichos atributos distaban de los de un hombre equilibrado, pero sí emocionalmente maduro en cuestiones de amor, ya que no se dejaba guiar por el corazón sin antes consultar la razón, y esa, la mayor virtud para una personalidad tan compleja y maltratada por los caprichos de la vida.

Pero, muy pronto encontraría su punto débil. Disfrazado de lobo feroz con un corazón tierno, sentía caer abatida la barrera impenetrable por la flecha de cupido. Y así comenzó lo que sería su salvación o quizás una transición a un estado mental diferente, con quejidos diferentes también, alivio o no, el tiempo lo dirá.

Aquella mujer hermosa como ninguna, establecería su imperio de amor; todo giraba en torno a ella, la entrega era total. Esa alegría inmensa que reflejaba todo su ser podría ser una quimera pero el manifiesto de su «yo» decía lo contrario.

Entonces, las frustraciones que por pesares había tenido, fueron catapultadas y expulsadas al sitio más recóndito del cerebro, quizás a alguna memoria alterna donde se guardan sólo para estadísticas.

Y el idilio inició su recorrido, mimos, placeres, caprichos y más…

Muy rara la calma prolongada, como en desuso en un mundo convulsionado y donde las emociones son precipitadas y sin llegar al corazón nacen del intelecto, rápido y grotesco, y todo se convierte en un caos sin respetar el orden natural.

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