Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

Amar la libertad

Por: Adriana Patricia Giraldo Duarte

Abro los ojos. El abismo quedó atrás. Dejó de nublar el presente que avanza con nuevas señales.

El primer frío de la mañana recorre a quienes alguna vez decidieron que sus cifras valían más que nuestra dignidad. Los ignoro. Retomo. Les doy la espalda y abrazo la realidad amorosa y reconfortante que me traes todos los días.

Le dije a los recuerdos dolorosos que no iban a ganarme esta batalla. Gritaban cerca, sobre todo en las noches dolorosas en las que la reacción instintiva fue pensar que debíamos desearles lo mismo que una vez planearon: traición, egoísmo, crueldad.

Y precisamente te das cuenta de que la libertad es caminar con holgura viendo a dónde vas a llegar, tomarse el primer café de la mañana en la terraza que trae el viento de la cordillera, besar a tus hijos, saludar tus mascotas, pensar en la primera tarea de la jornada de trabajo, en el costo humano de tener la vida pacífica que elegiste.

Y miras de nuevo a los tuyos y sabes que fue la elección acertada. Han pasado 365 días más, desde que te diste cuenta de que estar libre es la certeza de que nadie puede arrebatarte la esencia, la posibilidad de no maldecir y de vivir en un irremediable positivismo, la necesidad de sonreír cuando entiendes que cada uno resuelve sus líos, sus dolores, sus proyecciones de vida, incluso cuando son ellos los que no han pensado en sanar.

Abro los ojos. El abismo quedó atrás. Jamás te vencieron. Ganaste nuevos amigos. Un día el mundo se partió en dos y estuviste sentada en un banquillo que solo reafirmó que la vida es para valientes que pueden rumiar su dolor y defender que el amor y la libertad son la fuerza más grande y poderosa del universo.

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