Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

2019, un puente de palabras

Por: Carlos Fernando Gutiérrez T.

Quizás entre todos estemos ayudando a escribir ese gran libro de la existencia. Cada gesto, cada abrazo, cada encuentro entre libros, palabras, lecturas y buenas conversaciones, nos ayuda a juntar las líneas de los días para trazar una existencia de mejores palabras y páginas.

Algo viene creciendo en cada corazón. Una llama sigue encendida con cada reunión, con cada encuentro en un pueblo cercano, con ese goce de vida en la casa de los compañeros que nos acogen con cariño.

Cada uno de nosotros vino a escribir un libro con su existencia. Cada día escribimos sus páginas con historias vividas e imaginadas, con recuerdos y personajes reales que, muchas veces, son más deslumbrantes que los literarios. Este libro personal solo se escribe en tiempo y espacio real, no acepta muchas correcciones, ni borradores. Está allí en tiempo presente, para ser línea continua.

La palabra como sortilegio de amistades y gente cercana a nuestras vidas. Lecturas que seducen, abrazos, gestos cercanos y nuestras manos como extensiones del alma.

Pero a esta gran narración, con final incierto y sin argumento definido, le hemos agregado otras vidas, otras existencias, otras expresiones que nos han ayudado a entender esas historias fragmentadas y dispersas.

El tiempo compartido nos enriquece, nos ayuda a sentir que podemos ser más que polvo y ceniza, que podemos seguir viviendo en esos pequeños fantasmas de palabras y seres imaginarios que cada uno ha intentado garabatear. Que más allá de ese soplo vital, podemos dejar huella, en personas lejanas que nos leerán en el tiempo.

Quizás esto pueda ser incierto, pero lo compartido por estos años, sin duda, ha sido un hecho importante en nuestro lado más humano.

En el primer día del año, demos gracias a todos por ser página, libro y abrazo cercano. Por ser mano que acoge y compañía en muchos momentos.

Demos gracias a quienes no están con nosotros hoy, porque se han ido a seguir escribiendo su historia en lugares distintos, pero un día fueron compañía en la llama de nuestro círculo de buenas palabras. Quizá cumplieron un ciclo personal, sus alas necesitaron de otros horizontes, o no sintieron ese latir cercano que da este lugar. Cada uno trata de escribir ese libro con su propia idea de felicidad.

Pero muchos de nosotros, hemos entendido que bien vale la pena persistir en nuestra cercanía de mejores páginas reales e imaginarias.  Cada uno arma su manera de saber que está solo en este ideario de letras que va dejando el mundo como la huella más eterna.

A lo mejor tratamos de entender que tras las páginas leídas eternamente, está ese espejo que nos permite mirarnos, desde nuestras esencias más profundas. Tal vez la vida es demasiada efímera e intentamos prolongarnos en personajes imaginarios, en seres que, desde tiempos antiguos, se parecen a nosotros. Que no basta este estrecho cuerpo en presente, para vivir las grandes pasiones eternas que han acompañado a la humanidad, desde siempre. Que al descifrar esas páginas escritas, años o siglos atrás, nos estamos leyendo interiormente, para ser felices.

Seguramente faltarán más puentes de palabras para decir que solo un corazón acompañado por la noble amistad, inspirará nuevas páginas de nobles y bellas palabras.

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