Liarte: diálogo sobre arte

Publicado el Lilian Contreras Fajardo

Carlota Sandoval y las esculturas con las que ganó el premio Pierre Cardin en París

“Quiero ser artista y quiero vivir de esto” es la premisa de Carlota Sandoval, una artista multicultural. Ella nació en Bath (Reino Unido), pero como sus padres son colombianos, estudió su colegio en Bogotá. Se trasladó a Francia y adelantó sus estudios universitarios en la universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne y en Ecole Nationale Supérieure d’Art de la Villa Arson en Niza, y tiempo después realizó un intercambio en The Royal Danish Academy of Fine Arts de Dinamarca.

Ahora, se alista para recibir en noviembre próximo el premio Pierre Cardin en escultura de la Académie des beaux-arts, del Instituto de Francia de París, ciudad donde reside.

Pierre Cardin, quien murió en diciembre de 2020 a los 98 años, fue pionero del prêt-à-porter y del estilo futurista, por lo que llevó a la calle la alta costura de sus diseños. Hijo de inmigrantes italianos, fue también un hombre de la cultura y un mecenas comprometido con el teatro, la danza, la música, el arte lírico y el teatro.

Por eso, desde 1993 y como miembro de Academia de Bellas Artes de Francia, cada año otorga cinco premios (un pintor, un escultor, un arquitecto, un grabador y un compositor). Lo interesante de este reconocimiento es que no es el artista quien postula su obra, sino el mismo jurado.

¿Cómo llegó el jurado del permio Pierre Cardin a tu obra?

No lo sé porque para la Academia no es relevante esa persona, sino la decisión final de la votación. Yo apliqué a muchas residencias este año, y específicamente en una que se llama La Casa de Velásquez en Madrid, es una residencia que se lleva a cabo en España pero que hace parte de las grandes residencias francesas, por lo que tiene mucha relación con el Instituto de Francia.

Pasé diferentes etapas, llegué hasta las entrevistas en las que parte del jurado eran miembros de la Academia de Francia. No clasifiqué a La Casa de Velásquez, pero quedé en lista de espera. Siento que no me fue tan bien para lograrlo, pero no estuvo mal. Lo que pienso es que alguien del jurado pensó en mi para el Pierre Cardin.

¿Cuándo es la ceremonia de entrega?

A mitad de año me notificaron que gané el premio, pero ahora nos estamos preparando para la ceremonia que va a ser el 17 de noviembre de 2021 en la Coupole Solennelle. En la ceremonia hay una presentación de cada ganador, no tengo la oportunidad de tomar la palabra, pero hay como un folleto en el que se muestra lo que preparé, voy a aprovechar para que ahí se difundan algunas de mis esculturas y mi biografía.  Esa información también estará en la página de Académie des beaux-arts.

¿Qué esperas que el Pierre Cardin le traiga a tu carrera artística?

El premio en sí no trae una exhibición, pero lo que estoy intentando hacer, siguiendo el consejo de profesores y artistas, es maximizar el premio mudándome a París porque hay más oportunidades, y durante la ceremonia espero conocer mas gente y abrirme campo porque el mundo del arte es complicado y hay muchas personas muy talentosas. París es una ciudad donde todos los artistas quieren estar por lo menos una vez en la vida, entonces está la competencia local y la internacional.

La artista Carlota Sandoval.

*Te recomiendo: Juliana Góngora: 5 tips sobre su arte contemporáneo conceptual.

Carlota Sandoval ha trabajado la pintura y el dibujo. ¿Por qué te dedicas en los últimos años la escultura?

Siento que tiene que ver mucho con que me di cuenta de que no quería producir por producir. Sentía que si dibujaba podía hacer 200 dibujos y no entendía si había uno más valioso que otro. En cambio, como la escultura implica mucho más tiempo y esfuerzo físico, me permite reflexionar más sobre mis acciones o necesidades: hacer planos, calcular cuánta madera voy a utilizar, conseguirla.

Físicamente no puedo trabajar más de cuatro días seguidos en el taller, entonces me toca distribuir mis días, el tiempo, el trabajo. En mi cabeza tiene más sentido y lo disfruto más: ver poco a poco la realización del objeto y verlo terminado, ver con satisfacción el resultado de un trabajo que sí duró.

A pesar de las diferentes técnicas siempre trabajas el arte conceptual…

Al principio venía de una rama más conceptual. Durante muchos años me interesé por las ciencias, las matemáticas, pero frente a la pandemia y mi intercambio en Copenhague (Dinamarca) hubo varias cosas que cambiaron y me empecé a interesar más por lo social y por la mujer; pero no quería que mi trabajo no pudiese ser leído por las personas que estoy intentando visibilizar.

Esa era una contradicción que tenía en mi trabajo porque hablo de personas que no vemos, de la mujer en el hogar, pero mi mamá o mi abuela no entendían mi trabajo sin una explicación.

Tengo muy claro que sigo en una rama muy minimalista, que hace parte del mundo contemporáneo, y eso responde a una estética que me gusta y de la que hacen uso los artistas que me inspiran… así que todavía sigo en la experimentación y buscando materiales que son más de la vida cotidiana.

Como dices, el arte contemporáneo y conceptual es difícil de leer. ¿Qué nos puedes contar de tu proceso artístico?

Trabajo con muchos artículos relacionados al diseño, sin que sean diseño: la cama, la mecedora, el cofre… son objetos que cuando los exhibo juntos no se siente como si estuvieran en el interior de un hogar; singuen siendo escultura.

La cama es una cama en la que se puede dormir, pero es una cama que está hecha de paja, por lo que hoy en día no sería cómoda, pero hace alusión a la gente de otras épocas que cuando no tenía dinero debía usar un colchón de paja.

También trabajo mucho con materiales recuperados. La paja la recuperé y eso hace que tenga una relación más honesta con lo que produzco. Es decir, no estoy comprando, no estoy gastando y no estoy perpetuando el mercado del lujo del arte contemporáneo, sino como jugando a hacer el arte contemporáneo porque quiero ser artista y quiero vivir de esto, pero al mismo tiempo digo de pronto me voy a demorar más en producir una pieza si no compro las cosas, pero los materiales que voy a encontrar tienen una historia y una vida.

Muchos de los objetos con los que trabajas son cotidianos, artesanales. ¿Qué tan ligados están con Colombia?

El cofre lo encontré en la calle saliendo de mi casa en Niza. Estaba lloviendo y en el cofre antes había palomas, lo limpié, lo trabajé porque estaba destruido, y era justo ese periodo de las manifestaciones en Colombia y decidí hacer algo con eso.

Poco a poco se fueron hilando las cosas: lo quise cerrar, lo traté con cuidado, quise trabajar con hilos y siento que cada escultura tiene su historia lenta, pero que al final para mí, tiene sentido, y me permite… a pesar de todas las paradojas que siguen existiendo, ser un poco más honesta en relación con lo que digo y lo que hago, que no quiere decir que es fácil.

Transitas por varias técnicas y lenguajes del arte. ¿Cuál es el factor que ha hecho que tu arte mute desde lo realizado durante el estudio hasta este momento?

Siento que fui deconstruyendo la misma imagen que tenía del arte cuando me fui de Colombia. Siempre supe que quería ser artista, no porque pintara todo el tiempo, sino por el modo de vida, me gustaba leer o visitar museos. Tomé clases de pintura y cuando me fui a estudiar a Francia me di cuenta de que mi noción del arte era muy chiquita, de que no tenía idea de muchas corrientes europeas, e inmediatamente me dediqué a visitar los museos y galerías que son gratuitos para los estudiantes.

Fue un proceso de aprendizaje porque muchas cosas no fueron fáciles de entender, hubo muchos artistas que entonces no me gustaban o no entendía, y entendí que no me tiene que gustar lo que hacen los artistas para respetar su trabajo.

¿Cómo fue ese trabajo artístico que resultó de lo aprendido en la academia?

En la universidad empecé a hacer instalaciones efímeras porque no tenía un taller, entonces todo lo que hacía tenía que ser con materiales que me tocaba llevarlos, hacerlos durante el día, y devolverme a mi casa. Buscaba formas de crear sin tener que moverme en el metro con estructuras muy grandes.

Cuando me fui a Niza tuve mi primer taller y ahí estuve durante cuatro años. Tenía todos los lujos que uno se podía imaginar porque es una escuela nacional y son públicas, entonces es más difícil entrar, pero una vez adentro es maravilloso.

Al principio experimenté con todo lo que no conocía porque quería aprovechar el poder estar ahí: esculturas, grabados, serigrafía, en búsqueda de mi vocación y finalmente entendí que lo que más me gusta es la escultura. También seguí trabajando la instalación, y fue este formato y la escultura los que me llevaron al performance, que es lo que más estoy trabajando ahorita.

¿Cómo es que el performance llega y se instala en tu trabajo?

Creo que viene por mi trabajo con la escultura, que es lento y en el que siento que mi cuerpo es parte fundamental del trabajo. La parte de mi trabajo que llamo ‘Intervenciones’, en la que por ejemplo borro los muros de un espacio… la danza llegó como una voluntad de no solo crear cosas materiales porque me di cuenta de que, yendo a galerías, no sé cómo sea en Colombia, pero en Europa sí sale como muy tocada por una performance, hay algo que queda en el espectador que, siento, es más duradero que con otro formato.

Quería hacer una serie de performance relacionadas con el aseo, respecto a mi memoria, que es mi ensayo final, donde hablo del aseo como para volver plástico el escrito, que era más teórico.

El performance es un camino en el que me doy cuenta de que lo social toma mucho impulso e importancia, y también el paso del tiempo: el aseo es algo repetitivo, el performance del aserrín también, el polvo es la recopilación del trabajo en el tiempo.

¿Qué tan cerca quieres estar en Colombia en tu proceso artístico?

Yo soy muy colombiana, siento que estoy en un momento en el que ya no tengo que estar todo el tiempo porque ya terminé mis estudios, pero tampoco puedo irme porque perdería siete años de caminos recorrido y sacar provecho al premio.

Me gustaría vivir en los dos países. Quiero ir a Colombia tres meses, hacer una exposición, quiero aprender técnicas artesanales colombianas…

Sé que mi trabajo no es fácil entender para el mundo que no está en el mundo del arte, pero siento que el rol del artista también es educar. Nadie puede hablar mejor de tu trabajo que tu mismo, y por eso estamos tratando de encontrar espacios alternativos como La Feria del Millón, San Felipe, o espacios donde mi obra de dibujo o pintura se puede vender, pero sé que nadie compra una escultura de dos metros.

La escultura tiene un propósito de hablar, dialogar, generar conversación y eso solo se puede hacer en una exposición o residencia. Me gustaría mucho estar en contacto con las personas.

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