Las subastas de arte me parecen maravillosas porque, si una obra no sube mucho de precio, yo puedo adquirir obras maravillosas.

Sin embargo, no a todo el mundo le gusta este mercado del arte, así que haciendo uso de mi bagaje periodístico he decidido aprender del tema.

Por eso, este blog está dedicado a Lefebre Subastas, que el 12 de junio subasta en el Gun Club de Bogotá 90 obras de artistas como Picasso, Beatriz González, Fernando Botero, Alejandro Obregón, Enrique Grau, Omar Rayo, Ana Mercedes Hoyos, David Manzur, entre otros artistas.

Entrevista con Catalina Martínez, directora de esta casa de subastas de Bogotá ubicada en la Calle 79b con Séptima, cuya sede se puede visitar cuando tienen exposición.

Hablemos de la subasta del 12 de junio. ¿Qué ofrecen en el catálogo?

El catálogo se divide en varias secciones. Una es ‘Grandes maestros del arte moderno’ que incluye a Eduardo Ramírez Villamizar, Andrés de Santamaría, Edgar Negret, o Ricardo Gómez Campuzano.

Otra es ‘Nuevas propuestas en el arte colombiano’ tiene a Aníbal Gomescasseres, Bernardo Arbeláez, Bairo Martínez, Oscar Villalobos, Jaime Franco y Luis Morales.  

Y en Lefebre Subastas tenemos un espacio dedicado a las mujeres: Ana Mercedes Hoyos, María Villa, Beatriz González, Marlene Hoffman o Carolina Caicedo, cuya propuesta es compleja porque es alusiva a la trata de personas.

Para mí es importante resaltar que las mujeres aquí tienen un apartado especial porque todas contribuyeron enormemente al arte y todas las de esta sección tienen un tema en común: la violencia, la opresión femenina y por eso las desligué en la categoría ‘Mujeres en el arte colombiano’.

Ustedes llevan 8 años en el mercado, ¿Cuál es sido el balance?

El balance ha sido muy positivo. Obviamente, es difícil empezar una tradición de subastas en Colombia, apenas está tomando un poco más de auge, entonces ha sido un trabajo netamente de voz a voz; por llamarlo de alguna manera, de educar a las personas en el tema de las subastas porque en Colombia solamente existían las subastas de remates bancarios, o de vehículos, o algo por el estilo.

¿Quién subasta una obra o un artículo de lujo y valor?

Por lo general, son coleccionistas privados que buscan renovar las obras que tienen la colección, o simplemente deciden salir de ellas por alguna situación particular relacionada a la económica o porque se mudan.

También hemos tenido casos de empresas que tienen colecciones de arte y en el momento de entrar el liquidación o proceso de fusión adquisición, como algunos bancos, sacan al mercado las obras.

Muchas veces, los bancos han recibido obras como parte de pago o han adquirido piezas para sus colecciones particulares y algunas de estas obras han sido expuestas en ArtBo o en alguna feria de arte.

¿Cómo es el proceso de recepción de obra por parte de Lefebre?

Cuando alguien se acerca para poner a disposición de Lefebre su obra nosotros hacemos un proceso que valida la procedencia de las piezas. Eso nos permite saber de saber de dónde vienen, si tenemos algún tipo de certificado o la factura de compra que tenga el consignatario.

Es importante recalcar que nosotros no somos vendedores directos, sino que somos un intermediario comercial; entonces lo que hacemos es recibir las piezas en consignación por parte o de coleccionistas privados o de personas que reciben estos bienes por herencia, divorcio, sucesión o liquidación comercial.

Entonces, cuando alguien se acerca y nos dice que quiere subastar la obra, nosotros establecemos un precio de mercado que es muy diferente el precio que manejan las galerías. Nuestro precio de mercado está de acuerdo con la fluctuación del artista en el mercado nacional e internacional, la época, la técnica…

Para quienes no son expertos en arte, ¿Cuáles son las garantías de que la obra que se compra es original?

La garantía que tienen las personas es que nosotros hacemos un estudio previo y completo sobre las obras. Nos acercamos a los certificadores de las obras, que muchas veces están como legatarios en el caso de algunos artistas, o las casas que los representaron en su momento, las galerías que representaron el artista en su momento, y si están vivos, pues acudimos al artista.

Retomemos un retomemos el tema del valor. ¿Por qué es diferente el valor de una obra en subasta al valor en galería?

Normalmente, son diferentes porque el mercado de nosotros está basado en un mercado segundario. Nosotros traemos piezas que ya han estado en propiedad de otras personas y estamos sujetos a una valoración que es totalmente subjetiva.

Está el caso de personas que quieren vender una pieza porque simplemente no les gusta y le pide a Lefebre que le ponga el precio. Sin embargo, nosotros estamos obligados, como casa de subasta, a publicar los precios de remate.

La manera más transparente de poder tazar una pieza es el movimiento del artista y la tendencia que tenga el artista en ese momento, porque todo esto se mueve por tendencia: tendencia de representación de su galerista en algún momento o algunos artistas que han fallecido han fluctuado en el mercado de las subastas en los últimos años, y existe ese tipo de información que se puede verificar.

Nosotros hemos tenido obras de, por ejemplo, Carlos Rojas que hace un año su valor comercial estaba muy por debajo y justamente, en una subasta, se incrementó su valor y eso marcó una pauta en el mercado.

Este mercado del arte ¿ha impulsado y fortalecido el coleccionismo?

Curiosamente, a partir de la pandemia se generó una sensibilidad artística en los jóvenes. Hay un nuevo coleccionismo, hay personas que se han desbocado por completo al mundo del arte y, ahora, hay otro punto a favor porque el arte se volvió un vehículo de inversión y los jóvenes o el nuevo coleccionismo está enfocada en verlo como un artículo de inversión o como un activo de una salida fácil, que no tiene depreciación en el mercado, que no está sujeto a las fluctuaciones de la banca o la volatilidad que genera la inflación o cualquier tipo de condiciones económicas que marque un país. Además, porque es un activo que es fácilmente comerciable por fuera del país.

Esto marca otra tendencia enorme en el coleccionismo. Antes se consideraba el arte un activo intangible, pero poco a poco se han materializado como activos tangibles.

Esta conversación no gusta, generalmente, en la academia. ¿Ustedes tienen algún acercamiento con los estudiantes, los profesores, los artistas jóvenes?

Este es un mercado que está sujeto a la especulación y nosotros nos hemos vinculado un poco con la academia y hemos dictado charlas con la Universidad de Los Andes, hemos dictado clases de valoración de intangibles o cómo ha emergido el mercado del arte.

Al artista se le enseña que explore su manera de manifestar su creatividad, pero es muy poco probable que al artista le enseñen a comercializar su obra y a darle valor a su trabajo, por más subjetivo que sea.

La nueva tendencia ha hecho que las universidades e incluso los artistas que son netamente empíricos logren encontrar espacios como la Feria del Millón o ArtBo, que les abre la posibilidad de vivir de sus creaciones porque siempre estaban segregados y eran algunos comerciantes de arte los que terminan al lucrándose de una actividad creativa.

Lefebre, como institución comerciante de arte, les ha dicho a los artistas en formación que sean más cauto con sus creaciones y que deben valorarse a sí mismos, al potencial de la creación y al patrimonio que tienen en sus manos porque el arte ya se volvió tangible, de consumo comercial.

La experiencia en estos ocho años de manejar este mercado secundario está en, no solamente tener obras de gran valor y de grandes artistas, sino también en poder decirles a las a las personas que están iniciando en el coleccionismo que hay piezas que se pueden adquirir, que no necesariamente se debe ser millonario para comprar arte.

[email protected] – @LiarteconArte 

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