En segunda fila

Publicado el Juan José Ferro Hoyos

Lazos de sangre

Pariente, Colombia, 2016.

En una de las mejores escenas de Pariente una mujer (Mariana) le pregunta a un hombre (Willington) si quiere tocar el cuerpo que crece en su barriga. El hombre acepta. La mujer se acerca para que el hombre pueda tocar mejor. El asunto es que el hombre no es el padre de la criatura, pero daría cualquier cosa por serlo. La mujer, además, se casará de afán con su novio (René) pocos días después. Pariente es eso, un drama familiar, una historia de amores no correspondidos.

 

Pariente también es mucho más que eso porque el hipotético matrimonio que mueve la trama se va a celebrar en un pueblo Güepsa, Santander azotado por los paramilitares. Es el año 2005 y los paramilitares han prometido desmovilizarse. Willington, René y todos los hombres del pueblo se debaten entre seguir o no pagando las extorsiones. El principal mérito de la película es contar esa historia íntima (de Wilington, sobre todo) y la historia de violencia de este país como una y la misma cosa donde las fronteras entre el orden público y el caos privado son no es que sean porosas, es que no existen.

Pariente 1

Para contar lo que la violencia hace en la vida de las personas no existe mejor género que el western. Pariente fue hecha por gente que no le tiene miedo al género. Su director y guionista, Iván D. Cardona, está a la cabeza pero no es el único (y está bueno que nos quitáramos ese prejuicio tonto según el cual las películas las hace sólo un director). Los actores no se dividen en profesionales y naturales sino en buenos y malos. Los de Pariente son buenos, sean o no profesionales. Al servicio de personajes tan creíbles está un guion muy que logra casi siempre que la frase justa sea también la más verosímil y muchas veces también la más graciosa.

 

Pocas películas colombianas han logrado usar la música popular como un elemento central en su estética, en su ética. El momento en que tres hombres discuten sobre si serían o no los mismos si en vez de oír música norteña oyeran música romántica sirve como uno de esos chistes que dan en el punto porque además de producir la sonrisa están diciendo una verdad punzante. Es raro encontrar en el cine colombiano (casi podría decir en el arte colombiano) una mirada tan respetuosa a lo popular.

Pariente 2

Tan es un western Pariente que no le teme a que una de sus escenas finales sea un típico duelo armado en el que unos y otros se apuntan. El guion sale muy airoso de esta dura prueba, gracias a una resolución que prefiere mostrar cuan compleja es la realidad que salirse por la tangente con un panfleto. Me cuesta trabajo pensar en una película colombiana en la que se cuente nuestra historia de violencia con más sutileza. La última escena, pausada, soleada, con un bellísimo paisaje de fondo nos recuerda que viéndolo bien todos nuestros lazos son de sangre.

 

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