Jane fue semilla de un ciprés, o en todo caso fruto de un árbol robusto y enorme, y al crecer, la sombra de este árbol dificultaría que Jane tomara altura, notoriedad, reconocimiento. “Crecí a la sombra de un monumento nacional”, así lo expresó ella misma. Su padre no sólo era el talentoso y querido actor de Hollywood, Henry Fonda, sino que además servía como un modelo ejemplar del hombre estadounidense que encarnaba los valores familiares, el hombre trabajador, consagrado a su oficio y a sus hijos. Pero lo cierto es que de puertas para adentro Henry Fonda era un ser distanciado de las emociones, casi carente de afecto, aparte de ser un mujeriego consumado. “Manifestar y exteriorizar las emociones era algo repugnante, había que guardárselo dentro, y eso es lo que hice”, nos cuenta Jane respecto a su entorno familiar. Ante semejante monumento, Jane hizo siempre lo posible por complacer o deslumbrar de alguna manera a su padre, quien solía reparar en los defectos de su hija, como no en sus virtudes y talentos por explotar. Le recriminaba que estuviera perdiendo la línea y dejándose engordar, a lo que la joven Jane respondió con un trastorno alimenticio desatado por la bulimia. “Vi que los romanos lo hacían después de sus grandes banquetes y empecé a hacerlo con una amiga. No sabía que muchas más personas lo hacían”, reveló años más tarde. Respecto a su madre, Frances Ford Seymour, sería ella quien la bautizaría con el nombre de Jane, supuestamente por ser una pariente lejana de Lady Jane Seymour, tercera esposa de Enrique VIII. Con su madre la experiencia sería mucho más traumática, ya que esta sufría de una severa depresión que finalmente la llevaría a cortarse el cuello mientras permanecía reposando en un sanatorio mental. “No sé por qué pero sentía aversión por ella. Era muy débil. Me pone muy triste”, confiesa Jane mientras ve una vieja foto y repara en el rostro de su madre. Henry quiso ocultar a sus hijos los motivos de la muerte de su esposa, diciéndoles que su madre había muerto por un infarto fulminante, y así lo recuerda Jane: “Vino, soltó la noticia y se fue a rodar una película.” Pero tratándose de un actor reconocido la notica se hizo pública y Jane se enteraría en los medios que su madre se había suicidado. “No lloré. Nunca lloré”, recuerda la actriz respecto a esta época de su vida. Sería entonces a través de la actuación que padre e hija lograran encontrarse y reconocerse. Peter, hermano de Jane y también actor, decía que “sin guion mi padre no puede expresarse. Necesita la máscara para mostrar sus sentimientos.” Es así como años más tarde Jane financiaría la película En el estanque dorado para que su padre, por medio de unas líneas guionadas, pudiera decirle por primera vez: “te quiero.” En un comienzo Jane no mostró un interés particular por seguir los pasos de su padre y de su hermano, pero en 1954 hizo la apuesta, interpretando un papel en la obra teatral en la que actuaba su Henry, The country girl. Luego de esta experiencia Jane tomará la decisión de iniciar una carrera actoral. Recibe clases de modelaje, se matricula en la Universidad de Vassar, estudia actuación en el Actors Studio bajo la dirección de Lee Strasberg y afianza sus conocimientos en arte tomando un par de cursos en París. Jane regresa a las tablas con la obra Tall story (Me casaré contigo), y que en 1960 sería llevada al cine, coprotagonizada por Anthony Perkins, siendo esta su primera aparición en la gran pantalla. En 1962 la veremos en Period of adjustment (Reajuste matrimonial) y en Walk on the wild side (La gata negra), y ya para ese momento es galardonada con el Globo de Oro en la categoría a Nueva Actriz. Un año más tarde protagonizará Sunday in New York, papel controvertido, ya que algunos críticos la tildaron de ser “la peor actriz del año”, mientras que otros se refirieron a ella como “la más encantadora joven actriz.” Para 1964 aparecerá en Los felinos y un año más tarde junto a Lee Marvin en la comedia Cat Ballou (La ingenua explosiva), siendo esta película una de las más taquilleras de aquel año. Por esa misma época se destacan producciones como La jauría humana, con Robert Redford y Marlon Brando; la comedia de 1966 Any Wednesday, y Barefoot in the park de 1967. A mediados de los sesenta Jane se casa con el francés Roger Vadim, quien la dirigió en la película de ciencia ficción Barbarella, con quien tendría a su hija Vanessa y con quien permanecería durante ocho años. Luego de esta película Jane Fonda alcanzará un reconocimiento internacional, destacándose por su sensualismo y consagrándola como una de las sex symbol del momento. La película tenía matices cómicos, eróticos, cósmicos, y se recuerda una de las escenas del inicio en donde Fonda, vestida de astronauta, tendría que hacer un striptease mientras flotaba en el espacio. “Tuve que tomar mucho vodka para rodar esa escena”, recuerda la actriz, quien de cualquier forma al día siguiente tendría que repetir la escena ya que las tomas del día antes no habían gustado al director. Ya consagrada como una figura erótica, Fonda protagoniza el filme de Sydney Pollack, They shoot horses, don’t they? (“Danzad, danzad malditos” o “El baile interminable”), interpretación que le valió su primera nominación a los premios de la Academia. Para 1971 protagonizará junto a Donald Sutherland la película Klute (Mi pasado me condena), donde actuara el rol de una prostituta, y cuya interpretación le mereció el Oscar a la Mejor Actriz, y así también el Globo de Oro, además de haber sido nominada al Premio BAFTA en la misma categoría. En 1972 rodará junto a Yves Montand la película dirigida por Jean-Luc Godard, Tout va bien; para 1973 Steelyard Blues (Material americano); en 1976 el fracaso comercial del director George Cukor, The blue bird, donde también participaron Ava Gardner y Elizabeth Taylor; dos años más tarde se recuerda la cinta California suite y para finales de la década de nuevo es dirigida por Sydney Pollack en la película El jinete eléctrico. Fonda se separa del director francés y para 1973 se casa por segunda vez, en esta ocasión con el líder pacifista Tom Hayden, con quien tuvo a su segundo hijo llamado Troy Garity. Durante los años sesenta Jane Fonda comenzó a mostrar su interés por los movimientos civiles y políticos, consagrándose poco a poco como una reconocida activista en favor de los derechos de las negritudes y otras minorías, o mostrando su inconformismo respecto a la guerra de Vietnam. “Me pregunto cómo había llegado a los 32 años siendo tan ignorante. Tenía que convertirme en activista”, señala la influyente actriz, que se vería inmiscuida con la Panteras negras y así como con el Partido Comunista. Se había comprometido con el activismo y estas tareas las compartía con su agitado ritmo de vida como actriz, asistiendo a reuniones para incentivar a los soldados y luego corriendo para cumplir con el rodaje de una película, lo que acabaría por desatarle trastornos alimenticios, y en especial la anorexia. “Iba a todas partes acelerada y muerta de hambre”, nos comenta en sus memorias. Jane Fonda viaja a Vietnam del Norte y luego de enterarse de cómo los aviones estadounidenses bombardeaban poblaciones civiles, comienza a desatar todo tipo de polémicas y escándalos, participando en programas radiales de las emisoras de Hanoi o fotografiándose sentada sobre una batería antiaérea, y por lo que sería tildada como una sediciosa y traidora de Estados Unidos. La imagen sería publicada en todo el mundo y la prensa la apodaría Hanoi Jane, evento que Fonda recuerda como un episodio del cual se arrepiente. También será conocido el retrato de su ficha policial, en el que aparece con su puño levantado en alto, luego de que fuera arrestada por participar de una protesta pública. En 1970 le decomisaron algunas sustancias ilícitas en un aeropuerto, que Jane alegó se trataba de vitaminas, y que la razón real de sus acusaciones era por motivos políticos e ideológicos. Para comienzos de la década de los años ochenta Jane Fonda se convertirá en la pionera de la instrucción de ejercicios aeróbicos, lanzando una colección de vídeos, siendo el primero de ellos Jane Fonda`s workout challenge y consiguiendo un récord de más de 17 millones de copias vendidas. A través de su propia productora cinematográfica, IPC Films, Jane filmará una serie de películas, entre las que se destacan la comedia Fun with Dick and Jane (Roba sin mirar a quién) y el drama Julia, papel que le valió una vez más el Globo de Oro y nuevamente una nominación al Oscar. Y dos filmes de protesta que tuvieron gran acogida: El regreso (Regreso sin gloria) y El síndrome de China junto a Jack Lemmon y Michael Douglas. En 1980 actúa en Cómo eliminar a su jefe y participa en el éxito comercial que fue la comedia Nine to five, junto a Dolly Parton, para luego filmar junto a Katherine Hepburn y especialmente junto a su padre la adaptación al cine de la obra teatral On Golden pond (En el estanque dorado), y cuyo papel representaría para Henry Fonda el único Oscar de su carrera. El premio sería recibido por su hija, ya que su padre se encontraba en una condición delicada de salud, y moriría cinco meses después de haber sido homenajeado. En 1982 Fonda y su esposo adoptan de manera no oficial a una adolescente afroamericana, hija de una pareja miembros de las Panteras negras. Dos años después la veremos en Agnes de Dios, y dos años más tarde será de nuevo la presentadora durante la gala de los Premios Oscar, ya que nueve años antes había tenido dicha oportunidad. En 1987 interpreta a una mujer con problemas de alcoholismo en el thriller A la mañana siguiente y una vez más es nominada a la codiciada estatuilla. Dos largometrajes más para destacar de finales de la década de los ochenta e inicios de los noventa: del director Luis Puenzo la película Gringo viejo, junto a Gregory Peck, y el drama romántico junto a Robert De Niro, Stanley & Iris (Cartas a Iris). A comienzos de los años noventa Jane pone fin a su matrimonio, por lo que su exesposo, pese a la fortuna de Fonda, tendría que pagar a la actriz acciones de su compañía estimadas en unos 10 millones de dólares. Un año más tarde Jane vuelve a contraer nupcias, y su tercer marido será el adinerado Ted Turner, fundador de la cadena CCN, y de quien se divorciaría diez años más tarde. Luego de tres décadas dedicadas al mundo de la actuación, para 1991 Jane Fonda anuncia su retiro de la industria del cine; sin embargo volvería catorce años después, para el 2005, compartiendo reparto junto a Jennifer Lopez en la taquillera película Monster in law (La madre del novio), y en adelante la veríamos hacer parte de algunos otros largometrajes como en The Butler (El mayordomo); en This is where I leave you (Ahí se quedan); en el filme Georgia Rule y en Youth (La juventud), dirigida por Paolo Sorrentino. También aparecerá en series televisivas como en The newsroom, y en la serie de Netflix, Grace and Frankie. En el 2005 dará a conocer sus memorias con una autobiografía titulada My life so far, donde cuenta cómo a pesar de haberse criado como atea, ha conseguido encontrar en la devoción a Cristo un sentido profundo de vida, además de practicar la meditación trascendental y el yoga, y por supuesto contarnos algunas anécdotas de lo que ha sido su vida. En el 2009 vuelve a pisar los tablados, y luego de 45 años sin el contacto directo de un público, Jane Fonda regresa a Broadway con la obra teatral 33 variations, y cuya interpretación le valdría la nominación al Premio Tony. Para 2009 comenzó una relación con el productor Richard Perry, con quien estaría durante ochos años hasta que decidieran separarse. “No necesito un hombre que me haga sentir bien”, concluye finalmente la actriz. En el 2010 es intervenida quirúrgicamente con una tumorectomía que acabará con el cáncer de mama que le había sido diagnosticado unos meses atrás. En el 2011 publicó un nuevo libro de memorias, Prime Time, esta vez mucho más confidencial, y en donde se permitió compartir sucesos reveladores que marcaron su vida, como la confesión de que a la edad de los 12 años fue violada por un grupo de jóvenes que abusaron de ella en el asiento trasero de un carro. “Siempre pensé que había sido mi culpa; que hice o dije algo que no era correcto”, comenta la veterana actriz. En el 2018 le fue extirpado con éxito un tumor en el labio y ese mismo año la vimos en la película Book Club. Jane Fonda ha sido nominada en siete ocasiones al Premio Oscar y se ha alzado dos veces con la estatuilla, también ha ganado el Globo de Oro en cuatro oportunidades, dos Premios BAFTA y un Premio Emmy. Jane Fonda no ha parado nunca en su activismo político: la vimos participando en la televisión chilena para apoyar el plebiscito por el “No” en oposición a la dictadura de Augusto Pinochet; la vimos apoyando la ocupación de la isla de Alcatraz y también apoyando a los nativos norteamericanos y a los sin techo; la vimos junto a Susan Sarandon manifestando su inconformismo ante la guerra contra Irak; la vimos en Ciudad Juárez protestando por los asesinatos masivos de mujeres; la vimos planeando reuniones benéficas para la recaudación de fondos que ayuden a promover la educación sexual y la prevención de embarazos adolescentes; la vimos hombro a hombro en los festines organizados para defender los derechos de los homosexuales y así también protestando por los derechos de los ancianos; la vimos apoyar toda causa referente al movimiento feminista del cual sirve como un ejemplo y modelo a seguir; la vimos protestando su enojo frente a las posturas de Donald Trump, y más recientemente la vimos quejándose cada viernes frente al Capitolio de Washington y liderando protestas por las políticas que afecten al medioambiente, y por lo que ha sido arrestada en cuatro oportunidades. Jane Fonda ha manifestado abiertamente sus ideologías liberales y ha sabido mantener en firme sus posturas. En años recientes, en el marco de la gala de los Globo de Oro, a Jane Fonda le fue otorgado el premio Cecil B. DeMille por su prolífica trayectoria en la industria cinematográfica. Esos ojos saltones de la juventud y que hoy están repletos de experiencia y seguridad, sus tantos cortes, estilos de peinados y cambios de color de su cabello, su porte de dama y sus vestimentas de buen gusto que le han valido en varias oportunidades la distinción y el reconocimiento de ser la “más elegante” de los Oscar. Jane Fonda rompe con todos los moldes para presentarnos un ejemplar bello de la mujer madura. Ícono de la belleza, esta deslumbrante mujer, pese a ser casi nonagenaria, aún conserva una figura esbelta y que envidiaría cualquier jovencita, y es hoy día la imagen de varios productos de belleza, resaltando la hermosura de la mujer madura y que ha sabido envejecer con gracia. Confiesa que se ha hecho un par de retoques estéticos pero que le “encantan las caras viejas. Con historia… La edad es sólo una cosa mental. Yo era más vieja con 20 años”, revela la vitalista Jane, quien desfiló a sus ochenta años en la Semana de la Moda de París junto a la también veterana Helen Mirren, como embajadoras de la imagen L’Oreal, y con esa gracia que la caracteriza comenta que en vez de promocionar cosméticos debería dedicarse a publicitar “aceites para embalsamar”.