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Movimientos migratorios de una chauvinista*

Carmen Socorro Ariza-Olarte

…Toco la ficha y sigo volando. El armisticio que se respira en el ambiente, luego de los preliminares de todo vuelo, se rompe cuando la voz del capitán arremete a través de los altavoces. Yo, Colombia, me estremezco y salgo abruptamente de mis juegos geométricos y de mi búsqueda de espacios.

 ¿Cómo deshacer un cubo? Mirar a través de la diminuta ventanilla en el momento del despegue. Trazar una línea imaginaria y conectarla con el vértice más sobresaliente del reino: La catedral gótica… Amarrarla a mi mano izquierda y jalar mientras el pájaro avanza. Mantener la mirada allá abajo y observar, con detenimiento, a una línea jalar de la otra hasta la desaparición  de las formas y la aparición del hueco: Vacío lleno de nubes negras, tanto arriba como abajo… Cerrar los ojos. Desnudar de perímetros al pterodáctilo fosilizado que me abarca. Centrarme en el imaginario hueco y dejarme caer en picada dentro de él con mi pensamiento puesto en Colombia que, inamovible como la ley de Newton, me espera oxigenada, atrayente y regalada.

Retomar las líneas. Trazar un mapa. Inventar ecuaciones geométricas descabelladas como la medusa. Jugar con tu horizontalidad y mi verticalidad hasta hacernos paralelos, perpendiculares,  diagonales, transversales, circulares: Líneas ecuatoriales cuyo radio de acción no haya sido distribuido aún en jurisdicciones nacionalistas. Ecuación ilimitada de horizontes infinitos, sin reparticiones arbitrarias de espacios aéreos trazados sobre los  rígidos gráficos de algún moldeado trovador de Frislandia. Cero satélites; cero redes interoceánicas, internacionales, interplanetarias, intergalácticas; cero protocolo de control de  tráfico de redes informáticas, ¡no nets, any net, no cages…!

Mi cuerpo hecho tu mapa físico. Bogotá -asentada a 2600 metros sobre el nivel del mar, 50° latitud oeste-yang, justosobre mi teta izquierda- recibe un cortés mimo de San Andrés que; 0 metros sobre el nivel del mar, 5° latitud este-yin; metoca el arpa manoseando mi seno latente, vibrante, caliente y dolorido: Ley de la entropía… el roce continuo de los vientos hace que Monserrate se despeje. Un pezón erecto que despierta de inmediato a una Guadalupe perezosa… Dos pezones en su punto de caramelo. ¡De rechupete! Se desordena el sistema: El macizo colombiano, alojado en mi Monte de Venus; 1152 metros todavía más cerca de las estrellas, grita el nacimiento del río Magdalena. Lagrimones de recién parido rociando mi flor emblema: Mi catleya se lubrica. Venus ha sido invocada. Cruce de piernas: se rompe la física…

…A lo largo y ancho de mis tres cordilleras, fluye una corriente continua de tempo. Ahogó en ella mis pecados y, mis secretos, eliminan las discontinuidades espaciales entre tus cronones y mis topones… ¡Tócame, tócame! Energía enfebrecida, propagada toque a toque; subida tras subida; bajada tras bajada; zona a zona… 72° latitud yin-yang, punto de ebullición… ¡Reventamos! Coronamos el Cabo de la Vela: El faro de Colombia… Cielos despejados… Ningún cordón eslabonado, ni cables trenzados… !Ah! Orgasmo silencioso en solitario. Barriga sin mancha. No padre, no hijo; no principio, no fin. Comunión de mí misma conmigo misma… Eva al desnudo…

 

¡Eureka!…Huele a café y suena… Gooooool de Falcao!

*Esta es apenas la introducción a un cuento largo, que se inició en el año 2001 y sigue en proceso…. Hoy lo desempolvo; primero, porque la Colombia que me habita juega contra Holanda: el país en el que habito y, segundo, porque leyendo y leyendo he visto que el hit del momento no es hablar con ceso de los ganadores sino hablar del sexo del ganado-res, así que héme aquí en minifalda.

 Desde Utrech, Holanda

 

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