El Hilo de Ariadna

Publicado el Berta Lucia Estrada Estrada

LA BLU RADIO: SU LENGUAJE MISÓGINO Y VIOLENTO

 

El año pasado escribí dos veces hablando del lenguaje misógino y violento que casi a diario utilizan los periodistas de la Blu radio; la única emisora que escucho para poder estar informada de lo que ocurre en el país; pero no porque me parezca un modelo de debate periodístico.

https://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2013/08/23/sergio-de-la-pava-en-blu-radio/

 

https://blogs.elespectador.com/elhilodeariadna/2012/06/03/pensando-en-rosa-elvira-cely/

 

Y si vuelvo a escribir hoy sobre el mismo tema es por el espectáculo verdaderamente deleznable que dieron en el día de ayer, a eso de las 9 am, en dicha emisora, al hacer mención del video de la pareja de Sta. Marta.  Una vez más salió a flote el lenguaje procaz, barriobajero, misógino, vulgar de Felipe Zuleta; lenguaje animado por los otros periodistas que le celebran todas las ramplonerías que suele decir. Una vez más ratificaron hasta el delirio el machismo que los caracteriza. Y que conste que no apruebo la conducta de la pareja en cuestión; aunque no he visto el video, ni lo pienso ver. Primero, porque no me interesa, y segundo, porque las descripciones hechas por los periodistas, todos ellos tan profesionales, me ahorran el mal momento que seguramente pasaría viendo a la pareja en cuestión.

Cuando salió al aire el nuevo formato de Caracol, Blu Radio, pensé que por fin iba a poder escuchar algo diferente a La W Radio. Pero desde su aparición el desencanto no ha dejado de crecer; sobra decir que me desconecto permanentemente y dejo de escucharla cuando Jorge Alfredo Vargas toma el micrófono. Entre otras cosas porque la emisora se convierte en algo completamente intrascendental, pareciera que sólo es la búsqueda de las noticias banales lo que les interesa; noticias que en vez de construir un país lo sumen aún más en los tonos grises en los que una gran parte de la sociedad colombiana se mueve.

 

Y no es que un programa periodístico no pueda tener sentido del humor, pero debería ser  un humor fino, elegante, aun si es ácido, pero nunca misógino ni violento.

Imagino que deben estar diciendo:- ya salió la feminista a criticar. Ya que en Colombia, como en la mayoría de los países, hablar de feminismo es sinónimo de subversión, de pecado, casi que de delito, es una mancha que debe dejarse atrás cueste lo que cueste. No en vano en la Blu Radio promociona, o promocionaba, no lo sé, uno de sus programas con la frase siguiente: -Mujeres W ¡qué miedo!.  O se asegura, tal y como lo hacía un oyente, que crueldad es sinónimo de mujer, que no hay nada peor que una mujer criticando a otra. Comentarios que he escuchado muchas veces en mi vida sin que los hombres se detengan ni un minuto a pensar en el daño que hacen, y que se hacen a sí mismos, al repetir hasta el infinito una frase cargada de odio y de mentira. Otro ejemplo son los foros en los que participan muchas personas y los comentarios que hacen cargados de un odio visceral, utilizando un lenguaje obsceno por decir lo menos.

Una gran parte de la sociedad colombiana es machista hasta la médula, misógina por tradición, por lo que muchas veces considera que la mujer es un ser inferior y que está allí para someterla a sus bajos instintos.

Los seres humanos, independientemente del género, podemos ser buenos o malos, eso depende de múltiples factores: culturales, religiosos, sociológicos, económicos, antropológicos, históricos, idiomáticos, entre otros; pero nunca del género. Habría que ver cuántos conflictos bélicos han comenzado las mujeres y cuantos los hombres, para comenzar a responder esta falacia que no hace sino disminuirnos como seres racionales y que deja atrás, muy atrás, esa supuesta caridad que tanto pregona la religión cristiana y por ende la católica.

Que no se nos olvide que el lenguaje misógino es cómplice de la violación  y del feminicidio.

Nota: Soy consciente de haber repetido varios de los conceptos que ya había publicado en este mismo blog, pero la ocasión lo amerita.

ME UNO A LA CAMPAÑA «NI CON EL PÉTALO DE UNA ROSA»

 

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