El Hilo de Ariadna

Publicado el Berta Lucia Estrada Estrada

Ignorar las fuentes, el caso de Catalina Ruiz-Navarro

Mucho se ha hablado en estos días del posible «plagio» que la columnista habría hecho en su «tesis», por lo que Mario Jursich Durán* publicó esta semana, en su muro de Facebook, un post en el que revela las 53 coincidencias que hay en su trabajo universitario con obras a las que ella aduce que simplemente «olvidó» ponerlas entre comillas y citar la fuente.

En mi caso personal puedo contar que ella también omitió hacer referencia a mi nombre en una de sus columnas. El caso es el siguiente:

DETRÁS DEL ESPEJO es un cuento que me publicó El Magazín de El Espectador el 9 de julio de 2013, ya había sido publicado en un libro en el 2008, sin embargo, y como una ¿inmensa casualidad? Catalina Ruiz-Navarro publica al día siguiente, 10 de julio de 2013, una columna titulada Al otro lado del espejo, desarrollando exactamente la misma temática de mi cuento.

No digo que sea un plagio**, lo que si ha debido de hacer era haberme dado el crédito; no lo hizo, y aunque se lo reclamé, primero personalmente con un correo privado y luego públicamente en el espacio del foro -hoy borrados, como nos pasó a todos los blogueros y columnistas por un cambio tecnológico de EE- jamás se disculpó.

Este es el vínculo de mi cuento:

https://blogs.elespectador.com/cultura/el-magazin/detras-del-espejo

Y esta es la columna Al otro lado del espejo de Catalina Ruiz-Navarro:

https://www.elespectador.com/opinion/al-otro-lado-del-espejo

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* Post de Mario Jursich Durán:

https://www.facebook.com/mario.jursichduran/posts/10154846442716333

53 VECES (A propósito de una respuesta de Catalina Ruiz-Navarro)

Por Mario Jursich Durán

En la página 5 de su artículo “Nelson Goodman”, Carlos Muñoz Gutiérrez escribe lo siguiente:

“Innumerables mundos, creados de la nada mediante símbolos”, así resume Goodman la obra de Cassirer y así inicia su “Manera de Hacer Mundos”. Nos hallamos confinados a las formas de descripción que empleamos cuando nos referimos a aquello que describimos, y podríamos decir que nuestro universo consiste en mayor o menor grado en esas formas de descripción más que en un único mundo o en varios mundos. Versiones o mundos, pues el mundo se disuelve en las versiones y las versiones hacen mundos.

En la página 46 de su tesis de grado “El Caribe como territorio estético y minoritario”, Catalina Ruiz-Navarro —¡vaya coincidencia!— hace la siguiente reflexión:

“Innumerables mundos, creados de la nada mediante símbolos”, así resume Goodman la obra de Cassirer y así inicia su “Manera de Hacer Mundos”. Nos hallamos confinados a las formas de descripción que empleamos cuando nos referimos a aquello que describimos, y podríamos decir que nuestro universo consiste en mayor o menor grado en esas formas de descripción más que en un único mundo o en varios mundos. Versiones o mundos, pues el mundo se disuelve en las versiones y las versiones hacen mundos.

Las dos frases, como puede comprobarlo por sí mismo el lector, son exactamente iguales, sólo que la primera fue escrita en 1999 y la segunda casi diez años más tarde, en 2008. Digámoslo mejor: son tan exactas que la segunda conserva el error ortotipográfico de escribir el verbo “hacer” con mayúscula.

Pero, como dije, esta podría ser apenas una de esas coincidencias locas de la vida. ¿Redactar dos oraciones idénticas con diez años de distancia? Hombre, Mario, eso pasa a cada rato.

Avancemos entonces hasta las páginas 86 y 87 de la tesis de Catalina. Allí la columnista barranquillera dice que

Antonio Benítez Rojo define la región caribeña en términos de ritmo y polirritmo, variaciones melódicas que remiten no solamente al tempo de la música caribeña, sino que apuntan a la compleja concatenación de razas, culturas, y pueblos que componen el “meta-archipiélago” del Caribe.

Lo curioso, lo sorprendente, lo alucinante, es que si uno repasa la página 211 del libro “Cuba en su imagen”, escrito por Adriana Méndez en el 2002 —es decir, seis años antes que la tesis de Catalina Ruiz-Navarro— se encontrará con la de nuevo estupefaciente coincidencia de que hay otro párrafo gemelo hasta en la incorrección ortográfica de poner una coma delante de la “y”:

Antonio Benítez Rojo define la región caribeña en términos de ritmo y polirritmo, variaciones melódicas que remiten no solamente al tempo de la música caribeña, sino que apuntan a la compleja concatenación de razas, culturas, y pueblos que componen el “meta-archipiélago” del Caribe.

No le daré más ejemplos al lector. Sólo quiero enfatizar que este tipo de “duplicaciones textuales” fue detectado 53 veces por el portal Plagiosos.org en la tesis de Catalina Ruiz-Navarro.

Sí, así como se lee: 53.

En ninguno de esos casos, Catalina Ruiz-Navarro utiliza superíndices, comillas, itálicas o un cuerpo de letra distinto para indicar que se trata de reflexiones pertenecientes a otros autores.

Nunca tiene la cortesía intelectual de indicar quiénes son los verdaderos dueños de esas frases.

Jamás indica que ese material salió de libros, artículos y conferencias que consultó para escribir su tesis de grado.

Asediada por evidencias tan apabullantes, Ruiz-Navarro decidió publicar en su muro de Facebook una explicación en la que no sólo responde preguntas que nadie le ha hecho sino que formula una teoría cuya sola redacción es una prueba de que está evadiendo los hechos:

Se me acusa de “plagiar” párrafos e ideas de otros en mi tesis, pero los “ciudadanos preocupados” que de forma anónima lo hacen, olvidan aclarar que estos supuestos plagios los encontraron en el Marco Teórico de mi monografía, un espacio que, por definición, recoge las ideas de otros autores para construir eso; un marco teórico basado en el estado del arte de un problema filosófico.

Soy editor profesional, he dirigido tesis de grado y he dado clases en universidades colombianas y extranjeras. Por lo tanto, puedo afirmar con pleno conocimiento de causa que en ninguna parte del mundo se aceptaría que uno “recoja” las ideas de los autores sin darles su respectivo crédito. No importa que uno esté haciendo un estado del arte; si la cita es textual, es obligatorio reconocer el derecho moral de la autoría.

Por lo demás, es completamente falso que estos casos se limiten al marco teórico. La tesis de Catalina Ruiz-Navarro tiene 127 páginas; si uno revisa la página 101, donde ella cita como suya la frase:

El escritor [V.S. Naipaul] recordó en su discurso los años de su infancia, los comienzos en la escuela, la calle principal que recorría de regreso hacia la casa de su abuela y el par de negocio que había en los alrededores; un café chino y una fábrica portuguesa de jabón, de la que salía el perfume que se expandía por el aire, según su propio relato y hace una búsqueda en Google, descubrirá enseguida que en realidad pertenece al artículo “V. S. Naipaul se reconoce como un escritor fuera de todo sistema y fiel a la intuición” del periodista español Ricardo Moreno (El País, 12 de octubre del 2001).

Como si nada de lo anterior existiera, en su respuesta Catalina Ruiz-Navarro se pone incluso desafiante con sus impugnadores:

Si estas personas anónimas están tan seguras de que yo plagié mi tesis, ¿por qué no dan la cara?

Yo aquí no puedo asumir la vocería de un portal cuyos responsables no conozco, pero sí puedo hablar en mi propio nombre. Estimada Catalina: me tomé el trabajo de verificar los señalamientos que le están haciendo. Ya que nos conocemos de sobra, podría responderme una pregunta —nada más que una: ¿se le olvidó poner las comillas en 53 ocasiones?


** Miércoles 6 de diciembre de 2017:

En el día de hoy Catalina Ruiz-Navarro dio una entrevista para Arcadia

http://www.revistaarcadia.com/noticias/articulo/catalina-ruiz-navarro-acusaciones-plagio/67182

En la que sostiene que «hasta con acusaciones tan absurdas como la que me hace una autora en un blog de El Espectador, El Hilo de Ariadna, que me “acusa de plagiar” el título de su texto “Detrás del espejo” porque mi columna de esa semana se titula “Al otro lado del espejo”

Así que no veo porque habla de una acusación tan temeraria, acusación que no he hecho, lo que escribí es: «No digo que sea un plagio», e incluso hablo de ¿inmensa coincidencia?, así que no veo porque tergiversa el tema. Cuando hablo de dar créditos es porque hubiese deseado que ella simplemente hiciese alusión a mi cuento que había sido publicado exactamente el día anterior a su columna. Nuevamente; ¿se trató de una coincidencia?,  a lo mejor si, a lo mejor no; no lo sé, así que no afirmo nada.

 

 

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