Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

Los 44 presidentes de los USA

Lo menos que se podía haber imaginado Felipe V, el primer Borbón que reinó en España, fue que tendría que volver a subir al trono nada más que ocho meses después de abdicar la corona a favor de su hijo Luis I en enero de 1724. Existe, pues, en la Historia de la llamada Madre Patria, un rey que se mantuvo en el trono durante la friolera de 46 años (¡ni siquiera Franco!), con sólo ese intervalo del reinado de Luis I el Efímero.

Felipe V, dicho sea de paso, es uno de esos tipos a los que le hubiese debido dedicar una biografía de varios volúmenes el mismísimo Dr. Freud en persona. Francés de nacimiento, la más francesa de las enciclopedias, la Larousse, refiere de él que cuando murió su primera mujer, María Luisa  de Saboya, «hubo que buscar nueva esposa para Felipe, cuyo horror al pecado le impedía toda relación amorosa al margen del matrimonio». Y más adelante: «el rey estaba hundido en la locura: erraba con la corte por los pueblos de Andalucía, durmiendo de día y levantándose de noche, sin afeitarse ni cambiarse de ropa». Y los botones de muestra podrían multiplicarse hasta conseguir una ringlera como las de aquellas sotanas de los sacerdotes preconciliares.

Pero volvamos a la cronología monárquica española. Resulta que si alguien nos dijese que el rey actual es el duodécimo Borbón que rige los destinos del país, las cuentas no nos salen. Repasemos la breve lista: Felipe V, Luis I, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV, Fernando VII, Isabel II, Alfonso XII, Alfonso XIII, Juan Carlos I y Felipe VI: en total once, de los que, como digo, uno de ellos reinó dos veces. Si el mismo alguien nos dijese que justamente por ese doble reinado de Felipe V es que Felipe VI debe contar como el duodécimo Borbón, nos reiríamos en su propia cara y hasta puede que le recomendásemos un buen psiquiatra.

En cambio nadie se ríe de, ni les recomienda un psiquiatra a, los historiadores y los periodistas (perdón, queridos colegas) que nos endosan un presidente supernumerario de los Estados Unidos, y ello nada menos que desde el siglo pasado.

Si repasan la sucesión de inquilinos de la Casa Blanca verán que el demócrata Stephen Grover Cleveland residió en ella dos veces, desde 1885 a 1897, con el intermedio del republicano Benjamin Harrison, 1889–93. Es el único caso de la historia de los Estados Unidos en que un presidente haya regresado a Washington como tal después de un interregno. Ni siquiera Teddy Roosevelt, pese su inmensa popularidad, lo pudo conseguir en 1912. Y a Cleveland lo recuerdo además con mucha simpatía como enemigo que fue del creciente imperialismo que vio venir: en 1895 propugnó una solución pacífica a la crisis de Cuba.

Resumiendo : A los efectos estadísticos es admisible que se pueda decir, y así lo reflejan muchas enciclopedias, que Cleveland fue el 22.° y 24.° presidente de los Estados Unidos, pero ello no significa, ni muchísimo menos, que los Estados Unidos hayan tenido, incluyendo al actual, 45 presidentes. No confundamos las churras con las merinas, ni la gimnasia con la magnesia, y recordemos las enseñanzas del maestro Pitágoras.

Esta reflexión puede que le parezca superflua a muchos oyentes. Y no lo es. El manejo correcto de las cifras es de una importancia vital en un mundo cada vez más globalizado. A mí me horroriza, por ejemplo, ver la irresponsabilidad con que muchos economistas del Viejo Continente hablan de billones cuando citan estadísticas norteamericanas, olvidando que el billón estadounidense es tan sólo mil millones (o sea: sólo incluye nueve ceros) mientras que el billón europeo es un millón de millones (o sea, que se adorna con un collar de perlas de doce ceros).

Y a propósito de ceros, en este caso a la izquierda, podría hablar ahora del actual presidente USAno (cuyo nombre no menciono para no mancillar ni mi blog ni la vista de ustedes), pero no quiero darle más importancia de la que tiene. ¡Si ni siquiera se llama Ernesto!

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