Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

La radio en la literatura

De Cádiz no creo tener que explicarles nada a mis lectores colombianos: la noble persona de José Celestino Mutis, gaditano de pro, está unida de manera indisoluble a la historia del país, y también la de uno de sus parientes más cercanos en el tiempo. Me refiero a Álvaro Mutis, quien en el año 2001 fue nombrado Hijo Adoptivo de la provincia de Cádiz.

A su ciudad capital le dedicó, en el libro Los emisarios, un hermosísimo poema que concluye así: «Yo nombro ahora este puerto que el sol / y la sal edificaron para ganarle al tiempo / una extensa porción de sus comarcas / y digo Cádiz para poner en regla mi vigilia / para que nada ni nadie intente en vano / desheredarme una vez más de lo que ha sido / «el reino que estaba para mí»».

Pues bien, en Cádiz se editaba (no sé si se sigue publicando) Revistatlántica, y no tengo empacho en afirmar que es (o era) una de las mejores en nuestro idioma, ennobleciendo aún más la noble vocación de editar poesía en publicaciones de aparición regular. ¿Qué sería de nuestra poesía, de la que se ha hecho en castellano, sin la revista Orígenes en Cuba, sin la heroica Ínsula de los peores tiempos del franquismo, sin la mítica Mito en Bogotá, sin tantas y tantas otras como han ido naciendo y luego regularmente falleciendo, todas ellas de muerte natural (la falta de dinero), ninguna por la mano alevosa del desamor o la desgana?

Séame permitido citar entre ellas una, Papel de Aleluyas, que se hizo entre 1927 y 1928 en mi ciudad natal de Huelva, muy cerquita de Cádiz, dirigida por un buen poeta –Rogelio Buendía– que se carteaba ¡ya entonces! con Fernando Pessoa, y en la que publicaron gente del calibre de Ramón Gómez de la Serna, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Jorge Guillén, Luis Cernuda, José Bergamín, Eugenio d’Ors, José Moreno Villa, Manuel Altolaguirre, Emilio Prados, en fin, la flor y nata de la generación del 27, entonces todavía incipiente.

Pero volviendo al tema de mi entrada de hoy (La radio en la literatura), después de este desahogo de amor a la patria chica, reseñaré que en estos días, remodelando cierta zona de mi biblioteca, ha vuelto a llegar a mis manos el # 23 de Revistatlántica, con su dossier dedicado a Mutis, o el 18, donde encuentro un poema del canario Francisco León con el que enriquecer mi colección de poesías y prosas en las que hace acto de presencia la radio.

El poema, titulado «De paso», dice así: «Me he despertado / de un largo sueño. Miro/por la ventana. Crepita // abajo la terraza desolada / gira en esta hora / vacía, de calcinación. // Los jacarandás/se mueven quietos / en el aire caliente. // Sólo va y viene / (astilla de diamante) / una libélula invisible. // El aire y esta luz de agosto, / me digo, acaso sean / tan sólo tiempo y muerte. // A lo lejos se escucha / una radio cantando / tediosamente».

Mi única objeción (que no lo es) a este poema, sería que su autor debiera empezar a escuchar HJCK, para que si alguna vez menciona de nuevo a la radio en sus versos, que sea de una manera más positiva. La negra honrilla profesional me obliga a decirlo. Y ustedes disculpen por el nuevo desahogo.

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