Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

La metamorfosis brasileña de un poema alemán

Ignácio de Loyola Brandão, uno de los más grandes novelistas brasileños, tomó posesión el 18 de octubre de este año del sillón 11 de la Academia Brasileña de Letras, para el que fue elegido, ya iba siendo hora de que lo fuese. Y en estos días he leído su discurso de ingreso, en el cual, cómo no, recordó los días tristísimos de la dictadura brasileña, a la que combatió sin descanso. Y en esa rememoración dijo lo siguiente:

«Parte de los presentes debe acordarse del poema de Eduardo Alves da Costa, que recorrió el Brasil en 1968, “Ese año que no terminó”, según la hermosa evaluación de Zuenir Ventura. Por [motivos de] seguridad, como era en plena dictadura, el poema circulaba falsamente atribuido a Maiakovski. Dice así»:

«Na primeira noite,
eles se aproximam
e roubam uma flor
de nosso jardim.
E não dizemos nada.
Na segunda noite,
já não se escondem,
pisam as flores
matam nosso cão.
E não dizemos nada.
Até que um dia,
o mais frágil deles
entra sozinho em nossa casa,
rouba-nos a luz, e ,
conhecendo nosso medo,
arranca-nos a voz da garganta.
E já não podemos dizer nada.
Nos dias que correm
a ninguém é dado
repousar a cabeça,
alheio ao terror».

Por si las que ni labráis como abejas ni brilláis cual mariposas, lo arrimo al castellano:

«La primera noche / se aproximan / y roban una flor / de nuestro jardín. / Y no decimos nada. / La segunda noche / ya no se esconden, / pisotean las flores, / matan a nuestro perro. / Y no decimos nada. / Hasta que un día, / el más débil de ellos / entra solo en nuestra casa, / nos roba la luz, y, / conociendo nuestro miedo, / nos arranca la voz de la garganta. / Y ya no podemos decir nada. / En los días que corren, / a nadie le es dado / reposar su cabeza, / ajeno al terror».

Al terminar de leer este fragmento central del discurso académico de ingreso de mi buen Loyola, como se le llama familiar y cariñosamente, no pude sino sonreír ante el azar polivalente a que estaba destinado un poema alemán del que fue autor el pastor protestante Martin Niemöller, uno de los pocos ciudadanos del III Reich que se enfrentó a pecho descubierto con la barbarie nazi,  sobreviviendo de puro milagro a los campos de concentración en que estuvo internado: los lúgubres Sachsenhausen y Dachau. Se trata de un poema datado en 1945 y que dice así,  aproximado por mí directamente del original:

«Cuando los nazis buscaron a los comunistas
me callé
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas
me callé
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando buscaron a los católicos
no protesté
porque yo no era católico.
Cuando me buscaron a mí
ya no había nadie
que pudiera protestar».

No me queda ni la menor duda de que el poema de Eduardo Alves da Costa está inspirado, casi como escrito sobre falsilla, por el poema de Niemöller. Lo que me hizo sonreír leyendo el discurso de Loyola es constatar que la versión brasileña del poema circuló como si fuera de Maiakovski, mientras que la española sigue circulando como si fuese de Bertolt Brecht, a pesar de que en este mismo diario, en una columna y en mi blog, develé hace diez y cuatro años, respectivamente, la sinrazón de esa atribución atrabilaria :

https://blogs.elespectador.com/cultura/corazon-de-pantaleon/un-malentendido-acerca-de-brecht

Martin Niemöller, Bertolt Brecht, Eduardo Alves da Costa, Vladimir MaiakovskiAndá a saber bajo el nombre de quién circuló en la Unión Soviética. O circula, si es que, en Corea del Norte.

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