Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

Gustav Gründgens

Se trata, con seguridad, de la personalidad más discutida del teatro alemán del pasado siglo: Gustav Gründgens, un actor genial cuya estrella brilló tan alto aquellas diversas ocasiones en que fue –¡fue!– Mefistófeles. Un papel que parecía cortado a la medida de su carácter, y así lo supo ver su ex cuñado Klaus Mann, hijo de Thomas Mann, cuando escribió esa novela en clave transparente que se titula Mephisto. De ella, como se sabe, hay una versión filmada, la del húngaro István Szabó, donde el actor Klaus Maria Brandauer realizó el prodigio de recrear a su colega Gründgens de una manera congenial.

Gustav Gründgens: para algunos, la quintaesencia del oportunismo; para otros, el paradigma del arte puro, que si es necesario se alía con el diablo, es decir, con Mefistófeles, para realizar sus proyectos. Lo que no se discute es, desde luego, su talento histriónico, que le hizo interpretar desde el Hamlet de Shakespeare al profesor Higgins del Pygmalion de Bernard Shaw, desde el Edipo de Sófocles al Wallenstein de Schiller.

Un talento histriónico que, en el más favorable enjuiciamiento de su conducta, le llevó a ser director general de los dos teatros más importantes de Berlín, desde 1934 a 1945, es decir, todos los años que duró la ordalía nazi, y representar también ese papel, en la vida real, con tanto virtuosismo que logró salvar la vida de varios de sus compañeros de profesión. El precio a pagar fue el de colaborar con los nazis, el de darle a aquél régimen nefasto un orgulloso barniz artístico de primera categoría.

Nos quedan de Gustav Gründgens numerosos testimonios grabados y filmados, entre ellos sus propias películas, pero ninguno tan importante, tan epocal, como su actuación en el Fausto de Goethe, incorporando (mucho más que interpretando) ese papel que parecía hecho a la medida de su espíritu: Mefistófeles.

Oigámosle aquí, otra prueba de la versatilidad de su talento, en la canción que su personaje entona en la taberna de Auerbach, en una de las escenas cruciales de la obra de Goethe, y coincidirán conmigo, viéndole actuar, qué magia desplegaba en escena, cómo se adueñaba de ella no sólo gracias a los versos de Goethe, y cómo no es necesario entender alemán para admirarle:

https://www.youtube.com/watch?v=1d3ZvmIIwRc

Gustav Gründgens nació el 22 de diciembre de 1899 en Düsseldorf y murió en circunstancias misteriosas y nunca suficientemente aclaradas el 7 de octubre de 1963 en Manila. Su legado, en especial su escenificación de la primera parte del Fausto, en 1960, es uno de los más valiosos del teatro universal. Suerte tenemos de poder disfrutar de semejante obra de arte.

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