Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

Esperanza Ortega y su traducción del Canto V de la Comedia de Dante

La semana pasada les ofrecí una traducción memorable,

Antología de páginas inolvidables (25) : Esperanza Ortega

 …y deseando no recargar la lectura del texto de Dante dejé para hoy el comentario con que la traductora me lo hizo llegar. Helo aquí:

El corazón de Dante se rompe ante el dolor de los lujuriosos. Su corazón se parte en dos mitades, la temerosa y la compasiva. Chocan contra los muros del Infierno dos visiones del amor: la propia de la doctrina cristiana, que condena sin compasión a Cleopatra o a Semíramis, y la poética, que se estremece cuando Francesca y Paolo hacen el relato de su tragedia.

Dante no cuenta la historia completa de Francesca y Paolo porque escribe para el lector florentino contemporáneo, que ya la conoce. En otro caso, hubiera escrito que Francesca se casó con Gianciotto Malatesta, un hombre deforme con el que tuvo una hija a la que llamaron Concordia. Pero Concordia no pudo evitar que un amor tan desigual se rompiera: Francesca se enamoró de Paolo, su cuñado, tan aficionado a la lectura como ella misma. El desenlace trágico de aquel amor prohibido sobrevino cuando Gianciotto descubrió a su hermano Paolo besándose con Francesca mientras leían juntos. Con su daga los atravesó a ambos a un tiempo.

Francesca y Paolo no buscaron el amor, sino que, al igual que Lancelot y los demás condenados en este círculo, cayeron en sus redes. Dentro de esas redes estaban sus cuerpos. Lo descubrieron mientras leían elfragmento en que Ginebra sonreía y Lancelot besaba su sonrisa. Fue entonces cuando una fuerza irreprimible les impulsó a hacer lo mismo. Y dejaron de leer.

En el relato de Paolo y Francesca, la lectura es un imán que atrae hacia el pecado. Al ritmo del texto, ojos y labios entonan una muda canción. Primero se miran los ojos, luego palidecen los rostros y por fin tiemblan los labios. Ese caudal de erotismo nace en el verso y desemboca en el beso. Por eso el libro realiza el oficio de alcahuete entre los enamorados, el mismo oficio que realizaba Galeoto en la historia de Lancelot y Ginebra.

Decía Mandelstam sobre la lectura en voz alta:”La boca trabaja, la sonrisa mueve el verso, con inteligencia y alegría. Los labios se tiñen de rojo, la lengua se pega sin reparos al paladar. La imagen interna del verso no se puede disociar de la incontable sucesión de expresiones que se dibujan en el rostro de quien recita y se emociona”. Dice Pascal Quignard: “Paolo y Francesca leen juntos Lancelot. En él se define el amor como un doble abrazo: el abrazo del lenguaje y el abrazo del silencio. Es el abrazo del lenguaje acallado. Ahí está el vínculo entre la experiencia del amor y la experiencia de la lectura”. Mandelstam se refiere a la lectura compartida en voz alta y Quignard, a la lectura silenciosa.

El significado penetra en el cuerpo de la pareja de lectores mientras leen cómo se besaban Lancelot y Ginebra. El significado se une al significante –el sonido de las palabras que resuenan en la estancia– y entonces los amantes juntan sus labios. Esta unión es imposible de deshacer, pues el beso es la metáfora de la eterna cópula, de la completa fusión de sonido y sentido en la lectura. Francesca y Paolo permanecerán anudados, como significante y significado en la palabra, como el haz y el envés de la página de un libro. La unión amorosa indivisible se manifiesta en el hecho de que los dos hablen a la vez, con una sola voz, cuando cuentan su amor en el Infierno. Su condena les ha unido tanto o más que su amor. La daga que los atravesó consiguió que su cópula fuera eterna. Igual que leían juntos, ahora cuentan su historia al unísono y su relato ya no se sitúa fuera sino dentro del libro.

El beso también los introduce en la escritura, y de ser lectores pasan a ser personajes. Ahora son los personajes de otro libro, de la Comedia de Dante. Ya no sostienen el códice, ya forman parte de él. Como si se hubieran introducido en un espejo, ahora son ellos las figuras contempladas: Lancelot y Ginebra se han convertido en Paolo y Francesca. Otros lectores se besarán mientras leen el fragmento del Infierno en el que ellos se besaban, como, por ejemplo, los protagonistas de la rima XXIX de Bécquer, que acaban besándose mientras leen juntos el texto de Dante.

La diferencia entre el final del Canto V de la Comedia y la rima de Bécquer es que, en la rima, los enamorados leen en silencio, sin escucharse el uno al otro y, por consiguiente, sin mover los labios. En la lectura silenciosa no se oye el verso, se oye el beso. Dice Bécquer:

Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo
y nuestros ojos se hallaron
y sonó un beso.

¿No parece la lectura mucho más profunda en la Comedia que en la rima?, ¿no lo parece también el beso entre Francesco y Paola? Si la lectura silenciosa, individual, suscita el beso superficial –un beso que se oye–, la lectura en voz alta hace enmudecer. En la Comedia, el silencio llega cuando calla el texto, es un silencio íntimo, en el que hablan los cuerpos. El silencio que sucede a la lectura es sumamente sugerente, está repleto de significados y de consecuencias. Es el silencio del amor y la condena.

*********************************

Comentarios